Y qué bonita es la Primavera, eso también. Aunque sea larguísimo-corta. Aunque combine bostezo-intensidad. Qué bonita es. ¿Pasa mucho en poco? Ese poco vale por tanto... Qué bonita es la Primavera, amigos.
(Y la primavera, oigan... tengo yo los piescales que da gloria, con esas flores rosáceas que anuncian momentos para subir Palombera).
Y eso... Milán-San Remo, la Classicissima, el Mundial de marzo, la Primavera del ciclismo. La prueba que quieren ganar todos los italianos, la que ennoblece palmarés. La que roza trescientos kilómetros (al menos hasta que se le ocurra idea bomberil a Adam Hansen, apoyado por los palmeros deficientes que tiene por tuiter), la que refundó Italia en 1946, la que empieza en llanura lombarda y desciende, tontorrona y siseante, hasta costa ligur. Dicen que San Remo reúne más minutos que ninguna competencia sin que pasa nada... Dicen, también, que pilla cotas inéditas al desatarse. Ciclismo tiktok con envoltorio añejo. La (por)modernidad más clásica. O Clásica.
La San Remo mantiene estampa y recorrido, grosso modo, desde hace siglo y cacho. Vale, le han ido metiendo cosas... esa Cipressa, ese Poggio di San Remo, esos capos donde no ataca ningún capo, pero en lo sustancial... Lombardía, Turchino, Liguria, llegada donde el festivaleo mamarrachista. Es una de sus señas identitarias. Lo de la tradición en percorso, no el mamarracheo, que eso concurre en varios sitios más. Aquí ganó Merckx siete veces, de todas las formas posibles. Aquí ganó Kelly con canas, Jalabert con tnt, Chiappucci atacando desde casi Tortona. Caza mayor, victoria de prestigio, entrar en el Gotha.
Hace años, con todo, ganaban por San Remo tíos con glamour, mucho glamour. El glamour, por si alguno de ustedes no conoce, es ese hechizo que las hadas lanzan sobre los mortales para que éstos las vean guapísimas. Goss, Gerrans, incluso el Cipollini increíble (literalmente increíble, como se demostró después) del año 2002. Glamour, ya les dije.
Ataques, descensos y orgasmos: Mathieu van der Poel gana la Milán-San Remo
Marcos Pereda
Ahora no hay esos peligros. ¿Por qué? Pues por ellos, chico, por ellos. Los dos grandes favoritos antes de empezar, los paisanos con tenían más ojos encima que un cristatus. En condiciones, cada uno, de alcanzar los cuatro Monumentos diferentes sin empezar el Giro. El último que logró tal cifra fue Philip Gilbert. Antes hay que irse hasta Sean Kelly. Luego hasta Hennie Kuiper.
Historia.
(Solo tres tienen los Cinco, pero vamos a hablar mucho de esos tres, así que ni les cuento nada).
Y eso, que la pareja favoritérrima. El primero es Tadej Pogačar. Que solo ha corrido un día este año, que destrozó Strade a ochenta de Siena. Que tiene espinita con San Remo... tres años ronda que te ronda, siempre rechazao. Que si sprints, que si descensos imposibles, que si falta de punch asesino. Con este, cuatro. Que si gregario de mi némesis, ejem... La particularidad de Pogačar es que no se rinde, la particularidad de Pogačar es que busca vencer por insistencia. Lo hizo en De Ronde. ¿Aguantas mis cinco ataques? Pues haré seis, y más fuertes. Así se presentaba en San Remo, así quiere conquistar (así está conquistando) el mundo. Es el mejor ciclista que hay, el más ambicioso, el más polivalente. Es el tío que aspiraba a plantarse con cuatro Monumentos (con seis Monumentos) a los veinticinco añucos...
El otro favorito es Mathieu van der Poel. Que busca repetir, y vestido de arcoíris. Que debuta este año, porque paseó superioridad por el ciclocross (ganó todo en el ciclocross, salvo en Benidorm, cuando acabó estampándose con una farola... típico de guiri, sí, lo de estamparse con una farola en Benidorm), y después ha estado relajándose, jugando al golf, haciéndose fotos que provocan vergüenza ajena, exhibiendo esa despreocupación que solo pueden exhibir quienes son geniales en lo suyo. Dice Mathieu que este año irá también a Lieja, dice que quiere hacer las cosas con más parsimonia, dice que menos gastar balas, dice que solo francotirador. Discútele tú a ese tío su calendario, discútele su currículum. Mathieu van der Poel es ese ciclista que sirve como detector de tristes, cenizos y amargaos... Básicamente quienes lo odian.
J.A.S.P.E.R.🇧🇪🇧🇪🇧🇪🇧🇪P.H.I.L.I.P.S.E.N.🇧🇪🇧🇪🇧🇪🇧🇪🇧🇪#MilanoSanremo presented by @CA_Ita pic.twitter.com/plIOLbk2Qd
— Milano Sanremo (@Milano_Sanremo) March 16, 2024
Entre estos dos debía estar el asunto, aunque San Remo sea siempre incógnita. Entre estos dos, con algún invitado. Con un Mads Pedersen durísimo, con un Filippo Ganna que subió el Poggio en moto hace doce meses, con el típico sprínter que pilla el día bueno (Philipsen, de Lie, Girmay), con ese extraño elemento que responde por Bettiol, con la habilidad de Tom Pidcock para abajo, con el inevitable Visma, porque siempre hay que citar un Visma... pongan, no sé, a Kooij. Yo no apuesto contra Visma ni en Cifras y Letras...
Vale, resumen rápido de doscientos kilómetros. Escapada, ventajita, minutos, hace buen día, qué bonito todo, espera que miro quiénes van... ummm, no aparece Marc Gomez, así que tranqui, llegarán hasta la Cipressa, fin.
Espera.
Espera.
Qué preciosidad de ruta, qué ganas de hacerla en bici. Qué miedo con los coches, tiene pinta, en esa ruta. Qué ganas de hacerla en bici, pero qué miedo de hacerla en bici. Espera, que llegan las subidas.
Faltan cincuenta para San Remo, comienza el Capo Mele y pone Tadej a su equipo. La ventaja con Tadej es que siempre intenta cosas, así que garantiza diversión. La ventaja con Tadej en San Remo es que ese "intentar cosas" ha de incluir, forzosamente, endurecer a lo loco, así que... Capos a tope, Cipressa a tope, Poggio a tope. Quedan balas para el sprint, pero es que en el sprint...
Los capos son subidas de cuchufleta, son el Ed Wood de los puertos en bici, son el Eric Roberts de las dificultades legendarias. Pero los capos, si se suben fuerte, hacen daño. Y anda Pogačar en la cosa de hacer daño, porque Pogačar es un campeón, y los campeones saben que cuando hay daño terminan imponiéndose, por norma general, los buenos. Y ahí hay más posibilidades para Tadej. Así que su equipo sigue, y sigue. Se cobran presas pequeñas, medianas (Kristoff, por respeto) y grandes. Laporte, especialmente, aunque Laporte sin van Aert no sabe correr. Con Wout es todo más sencillo... él que controle y yo me aprovecho. Aquí no estaba van Aert (anda en altura, preparando la Corsa Rosa, porque dicen que va a por la Corsa Rosa, y relean lo que decíamos antes sobre el Visma) y Laporte se perdió por el Berta.
Ritmo, ritmo, que siga el ritmo. Equipos agrupados, catalinas gordas cual paelleras, las patucas moviéndose como el ventilador de Ned Racine. Ritmo, el Capo Mele, velocidad... Pero empieza Cipressa y van medio centenar en el grupo. ¿Le vale eso a Pogačar? Pues depende. Depende de cómo afronte esos cinco kilómetros de chichinabo. Porque Cipressa es poquita cosa (poquísima cosa), pero los campeones buscan voltear a su favor recorridos... Si te los preparan se llama de otra manera.
Y el equipo lo tiene claro. Entra Covi a tope, se descuelga Covi a tope, entra Del Toro con todo. Mueve el cuello, no es demasiado elegante, pero Isaac hace daño, mucho daño. Buen hallazgo el de este chico. Que, vale, el Porvenir y eso, pero el Porvenir... Y el tío que va, el tío que sube a casi cuarenta por hora (vuelva a leerlo y piensen en ello la próxima vez que salgan en bici), el tío que enfila, que hace cortes (cortes de esos de un metro, de dos metros, cortes que duelen, cortes lacerantes)... hasta que deja de hacerlos. Mitad de Cipressa y parón. Mitad de Cipressa y asoman por delante Pedersen, y Ganna, y Alaphilippe, y van der Poel. Mitad de Cipressa y hay limpia, aunque no sé si la limpia que quería Pogačar. Por detrás se muere Jonathan Milan, pero es que Jonathan Milan trae cuerpo para Wrestlemania, así que...
Descenso... y nervios.
Pasa que... igual no todo va como quería Tadej. Que ha entrado Wellens muy pronto, que hay parón tras Cipressa, que cero continuidad, que hemos gastao cartuchos, y Hirschi anda regu, y para ser un escarnio ha sido un escarnio pequeño. A estas alturas el asunto no le había funcionado bien a Pogačar.
(Aguantan sprínters. No muchos, pero alguno. Philipsen, por ejemplo. Por ejemplo).
Los kilómetros que van desde Cipressa hasta el Poggio son tensión pura, son Al Pacino sudando cada vez más en Tarde de perros, son kilómetros que te los filma Scorsese. Parece no pasar nada, pero... Ansiedad, ahí, ahí, a lo lejos. Se acerca el cénit. Todo el mundo más tenso que Murakami la primera semana de octubre. Grupo chiquitín, pero no tan chiquitín. Queda el Poggio y queda para el Poggio.
San Remo en estado puro.
Y empieza el Poggio. El Poggio es la subida mierder más mítica de todas. Tres kilómetros que te los sube Ralph Wiggum, tres kilómetros con menos pendientes que un colegio del Opus Dei. Tres kilómetros asomándose a la mar, con las máximas mínimas, con menos dureza que un dvd de los Osos Amorosos. Pero... ay, es que es el Poggio.
Y en el Poggio se ataca.
Tadej ataca. Cada mes de marzo. Arranca Wellens, remata Tadej. Siempre. Acabará saliendo. Y ocurre. Wellens, Pogačar, van der Poel, Bettiol, Ganna, Girmay. Hasta Gonzalo Serrano aguanta por ahí. Falta un punto, falta el hostión definitivo.
Un kilómetro y...
Va.
Durísimo. Sin sentarse. Le sigue Mathieu, le sigue Bettiol, le sigue Ganna. Año 2023, segunda parte. Pero giro de argumento... parón, entran más, descanso, respira... Otro ataque, otro ataque, es el óptimo, abre diez metros, abre quince... y sale Mathieu. Los dos grandes favoritos juntos, coronan casi a la vez, llevan al resto (el resto, quienes no son Pogačar y van der Poel, quienes buscan victorias y no leyendas) cerca, pero... En fin, es bajar el Poggio. Tornante, tornante, y tirar.
Gloria a Tadej Pogačar. Qué diferente sería sin él.
Tom Pidcock los coge, porque Tom Pidcock baja divinamente y tiene avería gordísima. Avería de ego. Pasó toda la primavera anterior persiguiendo a Tadej, entrando en luchas que se le escapan por nivel. No importa, él se cree insuperable. Así que los coge, y luego entran más (Pedersen, Matthews, Alaphilippe), y... Matej Mohorič. Matej Mohorič, licenciado en robos, comercial del Forum Filatélico. Busca el butrón, pero... Van ocho, diez tíos, y la cosa está incierta. Sobrero, Pidcock, van der Poel que trabaja para Philipsen, porque... mira, joder, porque está Philipsen. Tanto remar para que esté allí un sprínter, colega, para que esté Philipsen. Van der Poel se lo deja botando, van der Poel captura a Tom, van der Poel se desentiende, aunque gasta reprís cual derbi variant.
Así que empieza. Volata larga... Qué importante es tener compañeros, amiguete, qué importante. Matthews lleva ventaja, Matthews va a ganarse la carrera de su vida, Matthews que a la vejez viruela, Matthews que mira al suelo, que deja abierto el pasillo junto a la publi, a Mathews que se le caen las gafas, que algo debe desconcentrar, tú, que se te caigan las gafas, las gafas de Matthews tocan a Pogačar, Pogačar remonta, pero a Michael lo adelantan por su izquierda, junto a carteles y transalpinos vociferantes. Maillot azul. Tubular, media rueda. Milésimas de segundo.
Philipsen, Matthews, Pogačar.
A Jasper Philipsen le decían Jasper Disaster hace un par de añitos. Porque tomaba malas decisiones, se caía, sufría despistes. Ahora tiene una Milán-San Remo en su palmarés. Solo asomó el morruco en la última recta, estuvo totalmente escondido durante casi trescientos kilómetros. Pero...
Gloria a Tadej Pogačar por intentarlo, gloria a Mathieu van der Poel por sacrificarse para su compañero. Jasper devuelve San Remo a Bélgica.
Menuda primavera que se viene, amigos.
]]>Ni mucho menos es el único, pero si hay un deporte que se nos viene a la cabeza a la hora de hablar de dopaje es el ciclismo. Con la gigantesca sombra de la Operación Puerto o el sistemático dopaje de Lance Armstrong antes de ser desposeído de los siete Tours de Francia que ganó, ya con el estadounidense habiéndose retirado sin haber sido detectado, la lucha por demostrar que es una disciplina limpia sigue siendo constante porque continúa habiendo ciclistas que se empeñan una y otra vez en mancharla.
El caso más reciente ha tenido lugar en una de las carreras clásicas en el calendario autonómico alicantino, el Interclub Vinalopó. Todo ocurrió el pasado sábado, 2 de marzo, cuando se estaba llevando a cabo su sexta prueba, y se conoció que la Comisión Española para la Lucha Antidopaje en el Deporte (CELAD) había realizado controles a varios de los participantes, algo que provocó un gigantesco aluvión de abandonos.
Tal y como detalla Ciclo21, el número de ciclistas que se retiraron, de hecho, llegó hasta los 130, con una inscripción total de 182 corredores que se quedó en apenas 52 en el momento de llegar a meta, algo que varios trataron de justificar tras una multitudinaria caída a pocos kilómetros del final, pero en la que se vieron envueltos muchos menos ciclistas de los que acabaron abandonando. Otros también indicaron que fue debido a que habían sufrido un pinchazo, pese a que no sale ninguno en las imágenes de la propia carrera.
"Todos sabemos quién va y quién no. No es la primera vez que lo hace, pero en esta carrera iba en el cuarteto de cabeza y después desaparece. Ya estamos hartos de estas exhibiciones y de que cuando hay controles curiosamente los mismos de siempre no acaben las carreras para evitar el control. Pero claro, sin pruebas no podemos acusar, pero es muy evidente todo. El año pasado uno de ellos se salió de la carretera y se fue por el monte para no entrar en meta y evitar que los agentes antidopaje le pudieran efectuar el control. Así de triste…", relató a Ciclo21 uno de los participantes, quien quiso mantenerse en el anonimato para evitar posibles consecuencias".
"Es un p... chiste"
Uno de los ciclistas que se quejó abiertamente de lo sucedido fue Álvaro Marzà, segundo de la general, expresando su indignación en las redes sociales: "Control anti-doping en Villena = pinchazos y retiradas. No es una fórmula matemática, es la pura realidad. A ver si se van tomando medidas que esto es un puto chiste. Por cierto, he pasado control. Tercero que paso. A ver si me dan los resultados y los publico. #porundeportelimpio".
¡ COMUNICADO IMPORTANTE !Nota de prensa sobre los controles antidoping aleatorios y la postura del Torneo Interclubs Valle del Vinalopo.https://t.co/tNdQ83gXjB@dipuAlicante @fciclismocv pic.twitter.com/aKOAdoUsPt
— Interclubs Vinalopo (@icvinalopo) March 6, 2024
Por su parte, la propia organización de la prueba Interclubs Vinalopó emitió un contundente comunicado tras lo sucedido:
"El Torneo Interclubs Vinalopó se enorgullece de ser un evento que defiende el ciclismo limpio y justo. Estamos comprometidos con la lucha contra el dopaje y creemos que es esencial para mantener la integridad del deporte y proteger la salud de los ciclistas.
¿Por qué estamos en contra del dopaje? El dopaje es una trampa que da a los ciclistas que lo utilizan una ventaja injusta sobre aquellos que compiten de forma limpia. No solo es una falta de respeto hacia el deporte y sus valores, sino que también puede tener graves consecuencias para la salud de los ciclistas que se dopan.
¿Qué medidas tomamos para prevenir el dopaje? El Torneo Interclubs Vinalopó se adhiere a las estrictas normas antidopaje de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Todos los participantes en el evento están sujetos a controles antidopaje aleatorios, tanto antes como después de la carrera. Estos controles son organizados y controlados por CELAD (Comisión Española para la Lucha Antidopaje en el Deporte).
¿Qué mensaje queremos transmitir? Queremos enviar un mensaje claro a todos los participantes y aficionados al ciclismo: el dopaje no tiene cabida en nuestro deporte. Apoyamos a los ciclistas que compiten de forma limpia y honesta y estamos decididos a proteger la integridad del ciclismo".
]]>Peio fue ganador de la Vuelta al País Vasco en 1985, además de ser el vencedor de una etapa del Tour de Francia de 1986. Aquel día no tenía más fuerzas, no sabe de dónde las sacó pero, en un deporte de exigencia como el ciclismo, alcanzó sus límites de "dolor y de sufrimiento".
Ahora se dedica a escribir y a disfrutar tras haber gestionado unas pistas de hielo en el País Vasco, sin mucha sintonía con los dirigentes políticos. Su idilio con la bicicleta no ha cambiado en absoluto, porque su relación de dependencia sigue siendo la misma. Para él, es imposible aparcarla de su vida.
PREGUNTA. ¿Por qué se sufre tanto como ciclista?
RESPUESTA. Porque te exiges y te exigen más de lo que puedes, llegando a unos límites. Siempre ponían de ejemplo el maratón, pero nunca he creído que sea más duro, porque en el ciclismo tienes que aguantar a raya a mucha gente.
"En julio conseguimos que mucha gente se quedaran pendiente de la televisión, el Tour despertó un interés tremendo"
P. ¿Son, en cierto sentido, un poco masoquistas los ciclistas?
R. Hay de todo, hay pocos ciclistas que estén bien de la cabeza. Si uno piensa en los ciclistas, se para a reflexionar qué traumas hemos tenido para acabar allí. Poníamos en riesgo nuestras vidas constantemente.
P. ¿Temió por su vida en algún momento?
R. Muchas veces. No es un deporte para pensar, porque si piensas un instante en lo que te puede pasar, se acabó.
P. ¿A qué se debe el auge del ciclismo en España a partir de los 80?
R. Porque se juntaron un grupo de ciclistas revolucionario. Además, aparecieron unos medios de comunicación muy potentes. La radio le dio un bombo importantísimo con la Ser y José María García, también los periódicos. Cuando llegó la televisión, la gente vio cómo los ciclistas se esforzaban por ganar. El ciclismo se veía en los bares y en las casas.
P. Ustedes consiguieron que en España se prescindiera de la siesta.
R. Sí, imagino que le causamos a un trauma a mucha gente (risas). En julio conseguimos que mucha gente se quedara pendiente de la televisión, porque el Tour despertó un interés tremendo.
P. García exhibía su poder con los deportistas. ¿Qué tal con él?
R. La situación con él era bastante incómoda. Cuando me retiré, seguí tres Vueltas a España y vi cómo trabajaba. En ese momento, entendí por qué tenía tanto éxito; trabajaba 20 horas de 24. Era absolutamente increíble.
Entre Arabia Saudí y París: el millonario negocio del dueño del Tour y el Dakar
Cristian García
P. La radio de aquellos años se dividía en bandos.
R. Sí y parecía que si le dabas una entrevista a uno, estaba enemistado con el otro. Yo, más o menos, lo supe llevar. Recibía palos por atender a la competencia. Por suerte, se arrepintieron con los años.
P. Ángel Arroyo me dijo que "a los españoles los consideraban ciclistas de segunda fila en esos años". ¿Coincide?
R. Suelo coincidir en todo lo que él dice (risas) y en esto también. Cuando estábamos en las carreras, nos gritaban spagnolo, como para que nos quitáramos del medio. Como yo no tenía complejo ninguno, les preguntaba qué pasaba cuando me decían eso. A los españoles nos hacían lo mismo que luego hicimos nosotros con los ciclistas colombianos.
"Todos quieren correr el Tour de Francia porque tienen la intención de hacer algo importante"
P. Usted ganó una etapa en el Tour de 1986. ¿Qué recuerda de aquel día?
R. Recuerdo que fue un día de dolor, de esfuerzo y de mucho sacrificio. Cuando estaba cerca de la meta, había un grupo importante persiguiéndome. Me puse de pie en un momento dado y pensé que hasta ahí había llegado, porque no me quedaban fuerzas. Sin embargo, no sé dónde las encontré y finalmente llegué hasta el final. Sentía que tenía que hacer lo mismo que por salvar mi vida y, en ese caso, era cruzar la línea de meta. Ese día superé mis límites de dolor y de sufrimiento.
P. ¿Qué hace especial al Tour?
R. Que todos corren en el Tour con la intención de hacer algo. Hay otras vueltas a las que no acuden los mejores del mundo, porque se reservan para Francia. Allí hay algunos que van con el objetivo de ganar una etapa, otros de conseguir visibilidad, competir por la victoria… Quizá eso solo pasa en el Mundial.
P. El ciclismo revolucionó por completo España en sus años de competición.
R. Recuerdo que España vivió un proceso de transformación brutal cuando concluyó la dictadura. Cuando tuve de compañero a Laurent Fignon, que era un tío muy culto, me contó que él veraneaba con su familia en el Mediterráneo y que era increíble cómo había cambado el país. Fue todo impresionante.
Muere Juan Pujalte, ciclista de apenas 18 años, en un accidente de carretera
El Confidencial
P. ¿Por qué los ciclistas tenían tan mala imagen en esa época?
R. Porque se veía que se intentaban ganar la vida con ello gente que no era capaz de hacerlo en otra ocupación. Mis padres, de hecho, no querían que yo me dedicara a ello, porque en mi casa ya lo había sido mi hermano. No es que tuvieras que dejar de trabajar si llegabas a profesional, pero al menos, en aquella época, te podía dar para comprarte una casa. La retribución económica en el ciclismo mejoró conforme avanzó mi carrera.
P. ¿Les veían como paletos?
R. No, no. En realidad, éramos gente humilde, de campo, distinta, de baja condición. Aunque los de mi época eran inteligentes, los ciclistas de ahora se expresan muy bien y tienen estudios. La situación ha cambiado mucho. Ahora, por ejemplo, hay más intelectualidad en el ciclismo que en el fútbol.
P. ¿Cómo fue su acercamiento al ciclismo?
R. Por mi hermano. Él dejaba la bicicleta en casa y me advertía para que no se me ocurriera cogerla. En realidad, tendrían que haber aplicado la psicología inversa, porque si me hubiera dicho de buen agrado que me subiera, quizá no hubiera tenido la misma curiosidad. Mis padres querían que siguiera estudiando en lugar de hacer esa tontería de subirme a una bicicleta.
P. ¿Por qué ha sostenido alguna vez que la bicicleta le sirvió para huir?
R. Como he dicho antes, algún trauma hemos debido tener los ciclistas para subirnos a ella. En un momento de mi vida, mis padres se mudaron a Barcelona por motivos laborales. Y yo no me quise ir, por eso me quedé en el País Vasco. Veía la situación de la juventud, que era quedar en un frontón a beber unas cervezas y fumar unos porros. Eso me parecía demasiado aburrido. Tenía muchas razones para huir.
P. ¿La bici fue una válvula de escape para esas malas opciones?
R. Yo no vi el tema heroína, que estaba tan de moda en esos años. En realidad, fue que no encontré nada interesante esa vida del frontón que te comentaba, porque me parecía mucho más atractivo coger la bicicleta, pedalear y descubrir mundo.
P. ¿Qué tal era la vida en los 80 en el País Vasco?
R. Complicada. Con motivo de mi actividad, yo pasaba largos periodos fuera de casa y, cuando regresaba, me encontraba sorpresas. Igual llegabas al barrio y te contaban que habían asesinado a algún conocido. Lo veías como un sueño, porque estabas a lo tuyo. Si eras vasco en esos años, se generalizaba todo mucho. Era incómodo.
"Viví unos años maravillosos con Perico Delgado, pero luego no continuó la relación"
P. ¿Cómo le fue en el Gatorade?
R. Fue una experiencia maravillosa, porque la gente del equipo era encantadora. Me fui porque trajeron a Rominger. En esa etapa, tuve la fortuna de conocer a Fignon, estábamos en la misma habitación y era una persona muy especial. También coincidí con Gianni Bugno, pero él no era tan especial como Fignon. Me permitió salir al extranjero, algo poco frecuente en esa época.
P. ¿Todavía le recuerdan la victoria perdida en Luz Ardiden en 1985?
R. Ahí yo me entregué a mi compañero de equipo (Perico Delgado). Eso lo valoran todos, salvo el propio interesado, que no lo valoró. En la prensa y en el equipo, destacaron que lo esperé y lo acompañé.
P. No fue usted podio en la Vuelta de 1985 por la inesperada victoria de Perico.
R. En la Vuelta, he finalizado entre los cinco primeros en dos ocasiones. Esa Vuelta estaba entre Robert Millar, Francisco Rodríguez y yo. Al final, ganó el que menos posibilidades tenía, Perico. Era compañero mío y me alegré mucho por él. Yo perdí aquella Vuelta en la crono-escalada a Pal.
P. ¿Hubo rivalidad con Perico aunque estuvieron en el mismo equipo?
R. No, en absoluto. Aquella Vuelta de 1985 la ganó él y me puse muy contento, porque éramos grandes amigos. Mi sentimiento de equipo era grande y yo disfrutaba mucho con los éxitos de mis compañeros. A mí, por ejemplo, me tocó trabajar para otros en algunos momentos de mi carrera, como con Bugno. Siempre pongo el ejemplo del fútbol. Si no marcas el gol, pero das el pase, pues te alegras por tu equipo. Eso me pasaba a mí. Con el tiempo, me di cuenta de que Perico no es una persona de fiar.
P. Dice que eran grandes amigos. ¿Ya no tienen relación?
R. No, no. Cuando competíamos, teníamos una gran relación. Al dejar la bici, pasaron una serie de cosas y dejé de tener amistad con él. Es mejor tener lejos a una persona que puede perjudicarte.
P. Cambiar de amistades.
R. No tanto cambiar de amistades como mantener unas y dejar atrás otras. Viví unos años maravillosos con él, pero luego no continuó la relación. Aunque me pasó con Perico, puede pasarte con cualquier otra persona. Hubo bastantes palos cuando dejé la bici. De hecho, coincidimos en TVE para comentar un Tour y me percaté de que no quería a nadie que le hiciera sombra. No soy el único que le ha pasado esto con Delgado.
"Cuando fui comentarista en Eurosport fue duro, igual descalificaban al que tú habías alabado"
P. ¿Por qué cree que hay esa desconfianza social hacia el ciclismo?
R. Con el dopaje, se han vivido unos años muy duros. No sé cómo estará el ciclismo ahora, pero yo lo veo bastante atractivo. Cuando fui comentarista en Eurosport fue realmente duro, porque igual descalificaban al que tú habías alabado. Es cierto que los pinganillos lo convirtieron en un deporte demasiado previsible. Sin embargo, en los últimos cuatro años ha llegado un ciclismo espectacular.
P. ¿Consideraban los ciclistas a Eufemiano Fuentes como un gurú?
R. Como un gurú no creo. No todo era dopaje en esa época, pero se le buscaba cualquier resquicio al reglamento. Coincidí con Eufemiano cuando fui jefe de prensa del Festina y hablé con él, que veía normal lo que hacía. Imagino que habría más profesionales así.
P. ¿Por qué dejó el ciclismo tan joven?
R. Noté que había llegado el momento de hacer otras cosas. El ciclismo, además de duro, es exigente. Recuerdo que cuando cogí la bici por mi cuenta y veía los montes o los lagos, pues me entraban ganas de subirlos o de coger la piragua. Eso no podía hacerlo porque estaba casi siempre ocupado.
P. ¿Es posible desengancharse de la bici?
R. Qué pregunta más difícil (suspira varios segundos). Yo pensaba que este deporte era solo una locura mía o, si me apuras, de un grupo, pero veo que cada vez hay más gente que se une a ella. Ahora, además, no está solo la bici de carretera, por eso veo muy complicado desengancharse.
]]>Otra durísima noticia para el mundo del ciclismo al confirmarse la muerte de Juan Pujalte. El joven corredor, de apenas 18 años de edad, falleció al sufrir un accidente de carretera este miércoles. El murciano, nacido en San Pedro de Pinatar, habría sido arrollado por un coche mientras entrenaba en Escombreras, Cartagena.
Juan Pujalte formaba parte del equipo sub-23 Valverde Team-Ricardo Fuentes, al que se había incorporado a finales de 2023 procedente del Esetec-Salazones-Ricardo Fuentes. La policía está investigando los hechos, que ocurrieron en la carretera que va en dirección a Monte Calvario, después de que un vecino encontrara al ciclista con múltiples heridas.
Tras ello, Pujalte fue trasladado al Hospital Santa Lucía de Cartagena, donde se le diagnosticaron daños tanto en el bazo como en el riñón, sufriendo además un traumatismo craneoencefálico y una hemorragia interna que fueron las causas principales de su fallecimiento.
Luto en el ciclismo
La Federación de Ciclismo de la Región de Murcia publicó en las redes sociales un sentido homenaje al conocerse la muerte de Juan Pujalte: "Con todo el dolor de nuestro corazón tenemos que informar del fallecimiento por accidente de Juan Pujalte Martínez, miembro de la selección murciana de ciclismo. La gran familia ciclista te echará de menos".
Con todo el dolor de nuestro corazón tenemos que informar del fallecimiento por accidente de Juan Pujalte MartinezMiembro de la Selección Murciana de Ciclismo 🖤La Gran Familia Ciclista te echara de menos 🎗D.E.P. 🌹 pic.twitter.com/t5dKjDhqF9
— Federación de Ciclismo de la Región de Murcia (@FedCiciclismoRM) February 29, 2024
— Valverde Team-Ricardo Fuentes (@Valverde_Team) February 29, 2024
Igualmente, su equipo, hizo un escrito dando el pésame a sus allegados: "Rotos de dolor, lamentamos confirmar el fallecimiento Juan Pujalte, miembro del equipo sub-23 del Valverde Team-Ricardo Fuentes. La sonrisa de Juan, su alegría y su pasión por la vida y por el ciclismo estarán presentes cada día en nuestros corazones. Nuestros pensamientos están con tu familia, amigos y con tu equipo. Descansa en paz, Juan".
]]>A la cifra de facturación récord se le suma unas ganancias que no dejaron de crecer tampoco durante la pandemia y que alcanzaron un récord de 90 millones. Fue un 27% más que en el año anterior. De este modo, el dueño del Tour ha recuperado la inercia que tenía en 2019.
Si en 2020 el negocio sufrió una merma más que considerable a causa de la Covid-19, tras caer por debajo de los 200 millones de euros por primera vez en un lustro, ASO fue capaz en un solamente año de recuperar gran parte de sus ingresos. Dos años después de la pandemia, la recuperación es tal que la cifra de negocio ya es un 22% superior a la de 2019.
El principal argumento para entender el alza en el negocio de ASO es la incorporación de nuevas pruebas a una cartera de eventos que supera el medio centenar. “El aumento de las ventas se debe principalmente al repunte de la actividad y a la organización de nuevos eventos”, señala ASO en sus cuentas anuales. Ese año la gestora sumó a su lista de pruebas la primera edición del Tour de Francia femenino, el Maratón de Riad y el Critérium de Singapur.
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Números históricos
Ello ha impulsado la principal vía de ingresos de la compañía: la venta de derechos y la producción de sus eventos. Esta partida representó el 91% de la cifra de negocio de ASO, con una subida del 23%, hasta 267,4 millones de euros. Asimismo, el dueño del Tour ha pegado un acelerón al negocio de merchandising para más que duplicar sus ventas, pasando de 1,3 millones a más de 3 millones de euros, tras dos años en retroceso.
El alza aún fue mayor en el resto de sus servicios, entre los que se incluye la gestión de patrocinios y la logística de eventos y viajes -cuenta con su propia agencia para competidores y aficionados-, cuyos ingresos pasaron de 8,7 millones a 22,5 millones de euros. De hecho, no solamente casi triplicó las ventas de 2021, sino que creció un 31% con relación a 2019.
La recuperación total de su actividad y la gestión de nuevas carreras también elevaron la partida de gastos de la compañía francesa. De este modo, los gastos de explotación crecieron un 28% interanual, hasta 195,4 millones de euros, también superiores a los 181,7 millones de euros que ASO destinó en 2019.
El gasto en salarios también repuntó un 13% interanual, hasta 16 millones de euros, más de medio millón por encima del importe destinado antes de la pandemia. Sin embargo, el número de empleados es una de las facetas que aún no ha logrado volver a la era precovid. En 2022 trabajaron 273 empleados, 18 más que el año previo, pero por debajo de los 287 empleados con los que se cerró el ejercicio 2019.
La edición 109º del Tour de Francia estuvo marcada por su salida desde Copenhague con tres etapas en tierras danesas. El paso de la carrera por el país nórdico, que además terminó con el ciclista danés Jonas Vingegaard alzándose con el maillot amarillo en los Campos Elíseos, permitió incrementar la rentabilidad de la carrera en un 24% interanual.
La Grande Bouclé obtuvo unos beneficios de 15,2 millones de euros, casi 3 millones más que en 2021. Las cifras son similares a las que registró La Vuelta, también de ASO, con unas ganancias récord de 10 millones, tal y como avanzó 2Playbook. Pese a que se desconoce la cifra de negocio específica que la ronda gala aporta a ASO, se calcula que la facturación de la ronda francesa ronda los 100 millones de euros.
De las más de 50 pruebas o eventos restantes que organiza la carrera, los resultados son dispares, aunque la mayoría cerraron en positivo. Más allá de su negocio en ciclismo; en el que además del Tour y La Vuelta, cuenta con la gestión total o parcial del Critérium de Dauphiné Libéré, la Arctic Race de Noruega, la Human Race del Reino Unido o del Grand Prix de Frankfurt; gestiona uno de los principales eventos del mundo del motor como es el Dakar.
La prueba celebrada en Arabia Saudí obtuvo un beneficio de 2,3 millones de euros, un 30% más interanual, lo que no hace más que confirmar que el éxodo a Oriente Medio ha revitalizado la prueba. La carrera ha aumentado en un 75% sus ganancias desde 2019, última edición en Sudamérica.
*Artículo publicado originalmente en 2playbook.com.
Y en realidad hacemos trampas, porque cuando ganaron sus Monumentos nadie hablaba de Monumentos, y Rik siempre hizo chanza de Eddy (lo juro) por no triunfar en París-Tours. "Es un don nadie, un paleto afortunado", traducción libre. En fin. Luego hay otras cositas, cositas que nunca nadie consiguió. Bien por imposibilidad absoluta (las tres Grandes Vueltas el mismo año, aunque vete tú a saber, que después de Kuss...) o las siete Vueltas de una semana con más pedigrí (que nadie ha reunido porque jamás fue un objetivo para ningún ciclista serio... ahora dicen que si alguno igual lo intenta, y andamos con el culo hecho pepsi-cola).
Pero el desafío, el desafío grande, el desafío superior (al menos para los vueltómanos) es un Eoblete. Un doblete. Giro y Tour en el mismo año, en la misma temporada. Con La Vuelta no vale, ¿eh?, no me sean ustedes tramposillos, que nos conocemos... Solo consta en el palmarés de siete paisanos. Un repóker supremo, un potrudo mayúsculo y el escalador calvo de final triste. Ahí acaba todo. Hasta hoy.
El reto de Pogačar
Hace poco Tadej Pogačar anunció su calendario de cara a este 2024. Es uno de los momentos más chulos, este de anunciar carreras para los próximos meses, porque da para pajillas gordísimas en el aficionado. Qué vamos a hacer, el aficionado es (somos) así, y rápidamente te encuentra duelos entre Godzilla y Darth Vader donde al final tienes una peli de Mariano Ozores. Pero lo que nos habremos reído....
Sumen a eso que el planning de Pogačar es siempre excitante, porque él solo garantiza minutos de ciclismo bueno. Pero bueno de verdad. Luego si coincide con van der Poel, verbigracia, pues se nos pone la cosa loquísima, pero es que tú ves a Pogačar apuntado para la Vuelta a Murcia y sabes que habrá hostias por el Collado Bermejo (allí igual le gana Valverde, por inercia).
Pogacar ha roto el ciclismo o cómo ser el favorito en todos los sitios todo el tiempo
Marcos Pereda
Es lo que tienen los genios, que justifican por sí mismos todo a su alrededor, y por eso no vale igual un folio con garabato de su sobrino Sebastián que un piolín con la firma de Jeff Koons. Aunque no sé yo si "Jeff Koons" y "genio" en la misma frase... En fin, pasemos a lo siguiente. Que es Pogačar. Tadej Pogačar. Mira, voy a hacer esto, esto y esto. Y, entre "esto” y “esto", dos Grandes Vueltas. Dos. Seguidas. Giro de Italia, Tour de Francia. Vamos, que me tiro a por el doblete, porque soy Tadej Pogačar, y si me calzo un coulotte es para ganar. Desafío supremo, dijimos. Desafío supremo.
Un desafío histórico
Miren nombres, miren historia. El primero en marcase un doblete fue, claro, Fausto Coppi. Ya que lo haces, que sea con estilo. Antes anduvo cerquita Gino Bartali, pero casi se mata en un arroyo de los Alpes, maillot jaune en pecho, allá por 1937, así que debió abandonar (bueno, vale, se bajó de la bici unos días después, ya sin el amarillo, pero no queríamos restar epicidad al tema). Y eso, que Coppi. En 1949 y 1952. Corrió tres Tours, ganó dos, en ambos acompañó con Giro. Doblete de Dobletes. Comienzo perfecto.
Después llega Jacques Anquetil, que era rubio, y normando, y tenía los ojos azules y una biografía íntima como para siete telenovelas turcas. Turcas y turbias, aunque esa es otra historia. Lo intentó en el 61, pero no pudo en Italia con Arnaldo Pambianco. Que igual les suena poco a ustedes (normal), pero es que los italianos en la Bota tenían mogollón de opciones, ¡ejem! Luego, en el 64, no dejó que se le escapase asunto, y trincó su propio doblete. Un año antes, en la Vuelta, se había convertido en el primer ciclista con las Tres Grandes (doce meses por encima de su plan, pero es que Rudi Altig... en fin, busquen en youtube "Rudi Altig-Jacques Anquetil-Trofeo Baracchi", y verán a Rudi Altig).
Después... el monstruo. Édouard Louis Joseph Merckx, a quien ustedes conocen como Eddy o Puto Amo o Dios. Mejor Dios. El más grande ciclista que hubo y habrá, el que podría ganar a cualquiera en cualquier lado. También en dobletes. Tres, oigan, que no es poco asunto. Y sumen el de 1969, con aquello de Savona (bueno, vale, Savona... les dejo no sumar el de Savona). Desde julio de 1969 hasta julio de 1975 Eddy Merckx gana todas las Grandes que corre. También aprovechó, en ese período, para trincar dos Mundiales y doce Monumentos. Por si no les quedaba claro lo de Dios.
A Dios le sucede Le Blaireau, que suena así, como menos redondo, pero también asusta. Hinault hace dos dobletes. Hinault, de hecho, tiene un currículum inmaculado en Grandes, porque nunca baja del segundo puesto (abandono de 1980 excluido), y ganó en España e Italia cuando le dio la gana de cruzar Pirineos o Alpes. Después llega Indurain, que era más tranquilote, oigan, pero también máquina perfecta de picar carne, una stihl recién estrenada en el bosque de Tallac, el torturador más pausado y benevolente que usted conocer pudiera. Pero, mira, ahí está el tío, dos Giro-Tour encadenados, algo que jamás nadie logró... Y jamás nadie logrará, creo.
Ustedes, que son cuquísimos, habrán visto que hemos saltado de Hinault a Indurain alegremente. Es la costumbre, es la decencia histórica, es la pulcritud narrativa. Porque aún no me creo lo de Stephen Roche en 1987, colega, aun no me lo creo. Una cosa es que se alineen los astros a tu favor y otra que además te ayuden Shiva, Visnú, Odín, los doce Caballeros de Oro, el Undertaker y Arturo Pérez-Reverte, que da mucho más miedo. Pues eso ocurrió con Roche.
Solo dos Grandes, pero Giro y Tour. Seguidos. Fuera de ahí... un pódium. Fuera del pódium... un noveno. Hacemos trampa, por las lesiones, pero es que... Ah, ese año también ganó el Mundial, en Triplete que solo reúne Merckx. Pero es que también trincó Romandía. Y Lieja debió ser suya, si no se pone a hacer el idiota mientras llegaba Argentin. Es acojonante. Para no creérselo.
El recuerdo imborrable de Pantani
Y luego... Marco. El último en hacer ese doble Giro-Tour. Aquel 1998 que... bueno, aquel 1998. Si ustedes estaban allí, si ya saben lo que pasó. Tengo problemas, yo, con Pantani. Porque hizo lo que hizo, pero también hizo lo que hizo. Y porque ya no está, pero antes estuvo y... En fin, problemas, qué vamos a hacerle. No puedo no emocionarme, no puedo no sentirme culpable por esa emoción. Problemas. Y, ahora, Pogačar.
Vale, antes de continuar relean ustedes los párrafos anteriores. O miren solo quiénes aparecen allí (pueden saltarse a Pambianco, a Rudi y a Arturo Pérez-Reverte). Eso da idea de la dificultad del desafío. Son los más grandes ciclistas de siempre, los más grandes en esto de los 21 días. No hay discusiones, no hay dudas. Solo ellos pudieron conseguirlo. Y eso es a lo que aspira Pogačar.
No es el primero. Desde Pantani, digo. Estuvo cerca Chris Froome (al que recordarán de frases como "espera... ¿sigue corriendo Chris Froome?"), estuvo cerca Tom Dumoulin (al que recordarán de frases como "Hinault, Merckx y Dumoulin... anda, no me jodas"). Estuvo cerca Alberto Contador, que lanzó órdago en 2011. Giro a la butxaca, Tour con pájara gordísima más arriba de Lautaret.
Solo que el Giro fue a la butxaca, pero no fue a la butxaca, porque cargaba sanción levitante, y quizá por eso se tiró con todo a aquel empeño fútil. Luego, en 2015, hizo segunda prueba, y otra vez Giro a la butxaca (este bien, con este se quedó), pero en la Grande Boucle anduvo lejísimos, porque las velocidades eran otras, las marginal gains campaban locamente y Froome casi despega arriba de la Pierre Saint-Martin, que si va más rápido salta a la estratosfera y termina tomando calimochos con Jeff Bezos. Aproximadamente.
Una competencia descomunal
Vamos, que jodido, lo que plantea Pogačar. Y, sin embargo, alguno podría argumentar que es una decisión inteligente. Y, también (con los mismos argumentos), que es una decisión cobarde. Digamos que Pogačar tiene opciones bastante clarísimas en el Giro (Thomas líder en la etapa veinte hace unos mesucos, Hindley vs Carapaz, Bernal vs Caruso, Tao vs Hindley vs Kelderman vs ¿en serio?), y una Grande siempre será una Grande. Vamos, que te aseguras temporada mayúscula solo con eso, y vas con mayor tranquilidad al julio francés. Donde te espera, en condiciones normales, Jonas Vingegaard.
Y, en condiciones normales, Jonas Vingegaard se ha transformado en mixtura de Anquetil, Charly Gaul, Macaulay Culkin y Stone Cold destrozando birras. Vamos, que si repite la crono de 2023 es inabordable. Entonces... bueno, pues si cargas colchoncillo eso que traes. Y puedes poner excusa. No digo que Pogačar vaya a poner excusa, porque Pogačar no suele poner excusa, pero ahí está. La fatiga, la acumulación de esfuerzos, tanto tiempo fuera de casa, mi equipo, que es un lupanar (no, esperen... esto va en la pieza sobre Ayuso, Adam Yates, Almeida et alii). Decisión inteligente/cobarde, dijimos. O inteligente/valiente/cobarde, todo eso.
Hay un peligro, claro. Bueno, hay varios, pero los ocho primeros llevan maillot de Visma (los siguientes llevan maillot de UAE). Hay un peligro, dije, en esta concepción de la temporada. Imaginemos que Vingegaard no va a al Tour, o se cae en los caminos de tierra, o se acalambra con el móvil tras la etapa del Galibier, o sencillamente no alcanza la increíble versión de este bienio.
En esa situación el máximo favorito sería Pogačar (igual en cualquier otra también, pero lo dejamos por hoy), y tendría el Tour a golpe de arrancaditas. Recuerden ustedes que hasta Loze estos iban varios minutos (muchos minutos) por encima del resto. Pero, en esa situación hipotética (con Vingegaard fuera de ecuaciones laureables) Pogačar sí podría palmar por el esfuerzo del Giro. Vamos, que no sería Nibali 2014, sino Nibali-otro-Tour-que-no-sea-2014. Ahí estaría, al quite, Roglič, por ejemplo. O Evenepoel (a este me cuesta verle, pero lo pongo por si acaso). O Enric Mas... no, en serio, era coña. Fundamentalmente Roglič y Evenepoel, fuera de eso yo ya...
La cosa es que, aunque sucediera lo anterior... en fin, el calendario de Pogačar ha de enjuiciarse a priori, porque después de ver los testículos al bóvido todos sabemos su género masculino (esto lo decía mi abuelo de forma más resumida, y con más gracia). Otrosí, pareciera que Pogačar prefiere ir conquistando asuntos, tachando cosas en su palmarés. Nada de dinastías inquebrantables, vamos a por el más difícil. Quizá es signo de modernidad, porque tiene algo de videojuegos, de desafíos a lo TikTok (pero con espíritu no fantoche).
A eso aspira Pogačar. Y aspira, decíamos, porque Tadej corre contra rivales que no son generacionales, sino históricos. Tiene, para batirse, doscientos paisanos en cada pelotón, y muchos más sacados directamente del Gotha. Eso es de alabar. Igual que la emoción que siente uno hoy por el Giro, a cuatro meses vista. Y tiene mérito, porque el Giro 2023 (con sus suspensiones, sus bochornos, sus idioteces, su aburrimiento, sus ciclistas bloggers haciendo el ridículo cada vez que abrían la boca) fue para abandonar el ciclismo y pasarse a la petanca (y después volver al colegio, porque de la petanca no se puede vivir). Así que bravo, Tadej, hostias, bravo.
¿Pegas? Que le vamos a perder en las Clásicas. En algunas Clásicas, al menos. Pero es que allí está van der Poel, y también Remco, y a veces incluso asoma van Aert (siempre que le dé permiso Laporte), así que la diversión viene segura. Le perdono, sí, a Pogačar que no pise Flandes o Valonia. Pero mejor no repetir estos asuntos, ¿eh?
Así que ahí estamos, debatiendo lo de Pogačar y su Giro-Tour. Cuando casi falta una estación completa para empezar en Vanaria Reale. Cuando falta el medio año para terminar en Niza (recuerden, este año toca Niza, nunca antes pasó). Es la grandeza del asunto, de Tadej, del desafío. Es, también, otro de los puntos fuertes de su envite. Porque discutir sobre carreras de bicis es, muchas veces, casi tan divertido como ver después las carreras de bicis.
Gloria a los osados.
]]>Menos es más. El alza en las exigencias para dar el salto al profesionalismo ha seleccionado tanto el pelotón nacional como internacional y 2024 presenta un panorama con menos equipos y corredoras en la élite. Sin embargo, el entorno competitivo se ha reducido precisamente para que las ciclistas y equipos que participan en las principales competiciones del World Tour femenino lo hagan en las mejores condiciones, que las estructuras puedan desarrollarse profesionalmente y, en definitiva, se eleve el nivel deportivo.
Se trata del paso previo a que la Unión Ciclista Internacional (UCI) cree una nueva categoría ProTour, que ejercerá como segunda categoría a nivel global y que relegará al tercer peldaño a los equipos Continental, estructurando el circuito femenino a imagen y semejanza del masculino. Si bien las previsiones para la puesta en marcha de esta categoría apuntaban a 2026, la UCI decidió adelantar el proceso un año, por lo que el debut se producirá ya en 2025. ¿El reto? Lograr que los equipos incrementen sus recursos, que aumente el nivel de las ciclistas de élite y se profesionalice su entorno laboral. Por ello, mantenerse en la actual segunda división será crucial para opositar a una plaza el próximo año.
“En 2025, cuando se ponga en marcha el nuevo ProTour femenino, los equipos que quieran ser profesionales van a tener que ser supervisados directamente por la UCI, no por su federación nacional como sucede con los equipos Continental. De este modo, hemos querido atajar para que no les pille por sorpresa este salto”, esgrime José Luis Cerrón, presidente de la Rfec.
En este contexto se enmarcan unos criterios que buscan acelerar el proceso de profesionalización, y que han llevado a todos aquellos equipos que querían mantener la plaza a triplicar su presupuesto. El coste de competir para la mayoría de equipos españoles ha pasado de 150.000 euros de media en 2023 a 5000.000 euros en 2024. Entre los requisitos está exigir el alta laboral de todas las ciclistas mediante contratos a tiempo parcial o completo, establecer un salario mínimo, y dar de alta a las ciclistas en la Seguridad Social. A ello se le suma una mejora de las condiciones de preparación de los equipos, tanto en el plano logístico como en el médico.
Cerrón explica que, con estos cambios, “lo que se busca es que, por un lado, los equipos españoles tengan un mínimo de garantías y, por el otro, el ciclismo femenino siga creciendo, que sea profesional”. Pese al año de prórroga, para las estructuras ciclistas, la búsqueda de capital con el que poder sufragar la profesionalización de su estructura ha sido toda una contrarreloj.
“El primer gran desafío ha sido el tema de la Seguridad Social. Nosotros siempre hemos pagado a las corredoras, pero ahora hemos doblado la cantidad invertida en sueldos. A ello hay que sumarle los visados para las ciclistas extracomunitarias”, explica Eneritz Iturriaga, presidenta del Eneicat RBH Global, uno de los tres equipos españoles que seguirá compitiendo en Continental.
De hecho, el equipo leonés ha aumentado un 67% su presupuesto para seguir compitiendo en el segundo escalón del ciclismo femenino mundial, pasando de una estructura de 300.000 euros en 2023 al medio millón de euros en la actualidad. La mayoría de la inversión la han asumido sus patrocinadores principales.
Desapariciones, ascensos frustrados y mayor selección
Sin embargo, no todas las estructuras ciclistas han sido capaces de pasar el corte y algunas ni siquiera han podido garantizar su continuidad como amateurs. A la desaparición del Zaaf Team, tan sólo tres meses después de su fundación por impagos a sus ciclistas, se le sumó a final de temporada la de un histórico en la categoría como es el Bizkaia-Durango, que no fue capaz de adaptarse a las exigencias económicas mínimas.
Otros equipos como el Sopela Womens’ Team, el Team Farto, el Río Miera Cantabria Deporte o el Massi-Tactic tampoco seguirán en Continental, pero mantendrán su estructura para seguir participando como equipo amateur, lo que les permitirá seguir disputando parte del calendario UCI en España.
Es decir, los equipos que no han logrado incrementar sus ingresos con nuevos socios comerciales o un incremento considerable del apoyo público tratarán de mantener el mismo calendario que hacían hasta ahora. Ahora bien, sin licencia Continental, se desvanecen las posibilidades de recibir una wild card para La Vuelta, La Vuelta a Burgos o la Itzulia, las tres pruebas españolas del Women’s World Tour.
“Existe una descompensación muy grande entre los equipos World Tour y los equipos de categoría Continental. Hay mucha desigualdad”
Sergi Güell, director del Massi-Tactic, reconoce que “llevamos cinco años buscando apoyo privado, dos de los cuales, de forma muy intensa, pero no ha sido suficiente”. Además, la probable ausencia de los equipos amateurs en la próxima edición de La Vuelta reduce aún más una de sus principales vías de financiación: el patrocinio público. Al no ser capaces de garantizar su presencia en las grandes pruebas del calendario nacional, las aportaciones de las administraciones caen de forma importante. Sin ir más lejos, el equipo catalán ha visto reducido su presupuesto desde alrededor de 280.000 euros en 2023, a menos de 100.000 euros para esta temporada.
En suma, la mayor exigencia presupuestaria ha provocado un proceso de selección por el que la presencia de equipos españoles en la segunda categoría del ciclismo femenino internacional ha caído sobremanera. En total, se ha pasado de nueve a tres equipos, contando con el Soltec Team, que pese a tener estructura española pasará a competir bajo la Federación de Panamá. El resto son el Eneicat RBH-Global y el Laboral-Kutxa. De hecho, el equipo vasco aspiraba a incorporarse a la primera división, pero su solicitud fue denegada por la UCI, por lo que el Movistar Team seguirá siendo el único español entre los quince mejores equipos del mundo.
“Existe una descompensación muy grande entre los equipos World Tour y los equipos de categoría Continental. Hay mucha desigualdad”, arguye el presidente del ente federativo. Por ello, y con el ProTour en el horizonte, este proceso de profesionalización se ha reproducido a nivel global, de tal manera que el número de equipos que compiten en Continental ha pasado de 60 en la pasada temporada a los 42 que competirán en 2024. Un filtro que abona el camino para seleccionar aún más el pelotón el próximo año en el que las estructuras más profesionales serán las que se consoliden como equipos ProTeam.
*Artículo publicado originalmente en 2playbook.com
]]>El coche en el que circulaba el joven talento realizó un adelantamiento en una zona de mucho riesgo. Al invadir el carril contrario para superar a otro vehículo, impactó contra otro coche que venía de frente.
Finalmente, el chico no ha podido superar la gravedad de las heridas sufridas en un siniestro que ha dejado además tres heridos de gravedad.
Compitió con Juan Ayuso
El corredor era muy conocido en su país por su gran progresión, ya que estaba llamado a grandes objetivos. Además, compartió pelotón con una de las grandes estrellas del ciclismo español, Juan Ayuso, con quien peleó por el Giro de Italia sub23 (Giro Baby o Giro Next Gen) en el año 2021.
Patrick Mentil, que habría cumplido 23 años el próximo lunes 8 de enero, estaba matriculado en la Universidad de Padua y era muy activo en redes sociales, donde mostraba su interés por los deportes extremos y al aire libre, un área del que se había convertido en influencer.
]]>Me he venido hasta Francia para hacer un tramo de La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés), que es un recorrido ciclista por el Valle del Loira. Castillos, châteaus, boulageries y bosques. Muy cuco, muy llano. Llanísimo. Pero, aun así, tengo una bici con motor, porque alguien habrá puesto Marcos Pereda en Google y la realidad es tozuda. Así que voy a probar este invento en tierra extraña. Pasaré, con motor, el meridiano de Greenwich. Pasaré, con motor, por la casona donde fallece Da Vinci. Pasaré, con motor, por viñedos, riberas y campos de soja. Con motor. Todo llanísimo, ¿se lo había contado? Mi virilidad por los suelos. Mi juventud, que queda cada vez más pretérita...
Pero, en fin, que al menos llevo el maillot más cool de todos. La Vie Claire, nada menos. Mondrian e Hinault, nada menos. Arranco y, sin salir de Angers, me cruzo de frente con un viejecito que va acopladísimo en su máquina. Lleva jersey marrón con franja negra. Molteni. Me saluda con sonrisa irónica. Cagonlaleche, ni eso...
Los sucesores que no llegan a suceder: Abraham Olano y el Tour de Francia de 1997
Marcos Pereda
Lo de La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés) es una experiencia deportivo-turística de lo más potente. ¿En pocas palabras? Recorrido que se va por encima de los 800 kilómetros, entre Cuffy y Saint Brevin les Pins. De Nevers al Atlántico, para entendernos. O, si lo prefieren, todo el valle del Loira. Que es importante, sí, esto del Valle, porque así entienden mejor la naturaleza del rollo... Llano, llano y más llano. A veces pasas por algún pueblín y encuentras un repecho (100 metros, poco más), te alzas sobre los pedales y te descansa la espalda.
Terminas con menos desnivel que el Strava de Urs Freuler (fuera de las pistas ya es otra cosa, que Freuler tiene historiones), subes menos puertos que Ivan Quaranta el 31 de diciembre. Pero la cosa es muy bonita, muy friendly. Vas todo el tiempo al lado del río, que es un río gordísimo, y hasta tiene islas, y tú te metes por las islas, y las islas son bosques de espesura con huellas de jabalí, y pisas lenguas de asfalto que tienen tres metros, no más, con musgo verdeando grises, y allí no entran los coches, y qué precioso. A veces pillas carriles-bici, o paseos junto a la ribera... siempre sin tráfico (o con muy poco), siempre con indicaciones precisas en cada cruce que haya, con esos cartelones de color blanco, esmeralda y azul. Es imposible perderte... salvo que te quieras perder.
Saliendo de Angers, donde empiezo yo el asunto, entras rápido por sendas y sirgas casi olvidadas. Puente, puente, cruce, bosque. El tramo más chulo transcurre por una isla fluvial, pero una isla fluvial enorme, porque no veas tú el pedazo río que es el Loira. Luego te metes en otro bosque, hay erizos color marrón colgando de castaños, erizos chiquitucos, más pequeños que en Cantabria. Las casas tienen entramados de árbol y cierto aire a Proust (solo que Proust comía magdalenas y no barritas energéticas), y algunas han puesto vallas delante con poleas graciosísimas para que puedas levantar. Y allí, en mitad de la foresta, donde solo escuchas el piar de pájaros, un cartelón. "Café", dice. Increíble, te llegan olores, y ves una chimenea escondida entre alisos, y entras, y qué rico el café, y qué bien va el café cuando andas en bici, cuando tienes las piernas doloridas. Bueno, en realidad a mí me duele solo una, porque me pego golpes gordos cada vez que pongo la pata de cabra. Falta de costumbre (y que soy algo tonto). Por lo demás, guay. Es precioso, esto. Hasta me acostumbro a la máquina.
Por La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés, no sé si lo dije antes) te encuentras mogollón de gente. De todo tipo. Hay mucha familia, porque los perfiles acompañan, así que ves a orgullosos progenitores seguidos, cual mamá pato, de siete u ocho chavales desbordando rubicundez. Vale, igual he exagerado número, pero no el aspecto paliducho, porque esto del Loira es algo apreciado de narices por esos europeos del norte que se ponen como cangrejos a los diez minutos de pisar la playa. Así que diversión en familia, como el Grand Prix. Ah, también tenemos aventureros solitarios, tíos que cargan alforjas donde caben dos o tres yunques (no descarto que alguno lleve dos o tres yunques), melenas bucleando y barbas tipo Forrest Gump lleva dos meses corriendo. Y parejas, hay muchas parejas, porque nada une más a dos personas que pedalear así, al rumor del río, durante días. O ancianas con sus cestitas con baguette y flores asomando. Todo muy bucólico. Gente que entrena en serio también hay, pero no son muchos... Aquí todo se hace a muy poquita velocidad.
Y parejas, porque nada une más a dos personas que pedalear así, al rumor del río. O ancianas con sus cestitas con 'baguette' y flores asomando
Así que adelanto, y adelanto, y adelanto. Mi bici lleva timbre (hubiese preferido bocina, ejem), y le doy buen uso. Es curioso, lo de la vélo eléctrica... resulta extremadamente sencillo rodar a 25 kilómetros por hora (hasta donde te ayuda el motor), pero casi imposible pillar 30 de media (cuando tus piernas arrastran todo el acero... En fin, difícil). Así que rápido, pero no-muy-rápido. Tampoco vine aquí a preparar el Tour, ojo... (La Roubaix sí, la Roubaix puedes prepararla si haces series frente a Blois, un tramito con adoquines duros e inmisericordes que ríete de Arenberg. Bueno, son cien metros, pero contribuye a la épica general, oiga).
Toda esta zona tiene una profunda cultura del vino. Pero del vino bueno, del vino con sus bodegas y su mirar a contraluz y su poner cara como de entender. A mí me gusta el vino blanco servido en frasca bien fría, aunque sea algo cabezón (en el bar de Manolín lo ponían riquísimo), pero eso es porque soy un poco simple, un bárbaro sin matizar. Y aquí no, aquí es todo pura civilización.
Paso delante de muchas cavas, así que paro y visito una, porque el saber me llama. Es a las afueras de Saumur, recién pasado el meridiano de Greenwich. El meridiano tiene un cartelón anunciando asunto y una línea pintada en el suelo, como si fuese esprint especial de esos que ganaba Miguel Ángel Iglesias. Y mira que pongo puntito de atención (un abrazo, Miguel Ángel), pero no atisbo cambios entre Oriente y Occidente. Algo habrá, pero yo es que soy muy bruto.
En la bodega..., pues, miren, es que soy muy bruto, repito, y tengo humor rarete. Nos explican todo muy bien, y hace fresco, y hay mapas, y barriles con más antigüedad que la Lieja-Bastoña-Lieja. Pero me pueden los impulsos, oigan, y pido un calimocho en la degustación. Por las razones que sea no hace demasiada gracia, aunque el tipo aguanta estoicamente hieratez y sonrisa. Vale, si no hay calimocho, me pones una tabla de seis chupitos y una canción de Platero. Tampoco hay carcajadas. En fin...
Ah, que sea zona de vinos hace que sea zona de vides, y que sea zona de vides hace que pedalees (que pedalees muy fácil, que pedalees sin sumar pendientes, que pedalees sin esfuerzo) por entre rayitas tiradas a escuadra, árboles que me llegan por la cintura, racimos de perlas negrísimas brillando al sol. O al agua, porque menudas tormentas caen a veces, tú, por La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés). Y, claro..., duda. Tentación.
El meridiano tiene un cartel anunciando asunto y la línea pintada en el suelo, como si fuese esprint especial de los que ganaba Miguel Ángel Iglesias
Miren, yo soy de Cantabria (alguna vez lo he contado), y aquí no tenemos de estas cosas, y allí, entre Amboise y Tours, había mogollón, pero mogollón de mogollones, y solo quiero probar, solo quiero comer dos uvas, dos nada más. Como dijo Valverde, no es robo, si asoman por cunetas, si es inapreciable. Así que paso despacito, estoy a punto de detenerme, me lo vuelvo a pensar... Oye, Marcos, que no es imagen, que no es serio, ¿y si te reconocen? Pero quién me va a reconocer en Francia, bribón, quién me va a reconocer en Francia, que no saben mi cara ni por Torrelavega. Vale, bien, paro. No, no... no caigas en tentación..., llevas el maillot de La Vie Claire... Te puede ver alguien, sería una publicidad malísima. Acelero, voy a 30, luego bajo a 15... Espera, pero si La Vie Claire era de Bernard Tapie, qué narices de publicidad mala, si no puede ser peor, si ya está todo el pescao vendido. Así que sí, cojo dos uvas... No, no cojo dos uvas... Sí, cojo dos uvas..., no. Meh, termina el viñedo, entro en un pueblo, pasó mi oportunidad, nunca sabré qué tan deliciosas o amargas eran... Ay. (Estaban riquísimas).
En 1992, la Grande Boucle programó una crono entre Tours y Blois. 64 kilómetros por carreteras muy chulas, siempre bordeando el río. Ganó Miguel Indurain, que ganaba siempre estos asuntos, y tardó una hora y 10 minutos, aproximadamente. Velocidad media superior a los 52 kilómetros por hora. Hubiera batido el récord que tenía Moser. Yo fui más despacio, ejem. Yo fui más despacio, pero calqué recorrido. A ver, seguramente iba por caminos más estrechos, pegados al Loira, caminos ratoneando entre villorrios y eso perjudicó mi resultado final. No digo que hubiese ganado a Indurain, pero un atisbo mayor clase si podía haber exhibido...
Solo que no, solo que, meh. Si es que me entretengo con cualquier tema... con el silo que aparece a lo lejos y tiene forma tipo Stephen King Presenta. Con los tractores levantando esquirlas de barro. Con recordar aquella contrarreloj, la de Indurain, cuando casi pilla de nuevo a Chiappucci, que ni siquiera pareció querer. Así, claro, no hay quien saque medias acojonantes...
Porque el recorrido de este La Loire à Vélo (qué bonito suena todo en francés, no se lo había dicho) merece atenciones, oigan. Que no metas la nariz en el manillar, que hay todo un mundo, que tampoco vas a ganar Lombardía, prometido, que no vas a ganar Lombardía. Así que puedes disfrutar, observar, disfrutar. La foresta, que vimos antes. Los hongos, las rocas, el musgo. Cuando pasas por típicos pueblos franceses. Sus granjas en forma de L, sus Peugeot viejísimos criando herrumbre. También, claro, las excentricidades. Una cabaña que es como la que usted imaginaría conteniendo gnomos..., pero a tamaño natural. Molinos (vi molinos de agua, mogollón, a orillas del Loira y también un par de ellos con cierto aire holandés), los yondis de color verde apagado, los villorrios con sus críos, sus patisserie (peligrosísimas, las patisseries, en Francia), sus campanarios estilo Nouvelle Vague silvestre. Era como Las Recetas de Julie, solo que cambiando descapotable y rubia por cicloturista grueso...
Que, ojo, las ciudades también molan. Todas tienen castillos, y casas antiquísimas, y plazas preciosas para tomar un cafeolé. Zona, además, con bagaje como para subrayados, que aquí anduvieron Capetos, Orleans, Anjous y Valoises haciendo y deshaciendo, entre "mira este edicto tan importante" y "vaya, otra vez tendremos que recurrir al asesinato... Todo sea por Francia". Aproximadamente, seguro que saben por dónde voy. Muy chic, muy culto. Pero a mí es que me gusta el campo, qué vamos a hacerle. Quizá por eso disfruté mogollón esto del Loira. Pese a la bici, pese a no llevar el maillot más cool de todo el norte del Hexágono. Recomendable del todo, para hacer tranquilo y preguntar cosas. Para unir ciclismo y cultura. Très bien (es que en francés todo suena mejor, ya saben).
]]>Según los medios australianos, Hoskins murió a causa del atropello de una camioneta delante de su casa y tras su traslado al hospital, no pudo salvarse. Rohan, que precisamente terminaba contrato este 31 de diciembre con el Jumbo-Visma para empezar su nueva etapa como ciclista retirado, fue arrestado y acusado de matar a su esposa.
El ya exciclista fue puesto en libertad antes de comparecer ante el Tribunal de Magistrados de Adelaida el próximo mes de marzo. El corredor ya había anunciado la retirada del ciclismo profesional y había regresado a su país después de haber residido durante varios años en el Principado de Andorra.
Agradeció el apoyo de su mujer por carta
Según apuntan medios locales, el deportista fue puesto en libertad bajo fianza. La pareja tenía dos hijos. El pasado mes de febrero, Dennis anunció que este 2023 sería su último año en el ciclismo profesional. Lo hizo a través de una carta en la que precisamente daba las gracias a su esposa Melissa por su apoyo.
"Gracias, Melissa Dennis, por apoyarme a lo largo de mi carrera profesional, creando los mejores hijos que pude desear. Ciclismo, me diste mucho y te estaré eternamente agradecido. Todavía me queda una temporada larga, pero sin duda será la última como profesional".
El australiano, especialista en contrarreloj, destacó por primera vez en el equipo BMC (2014-2019), conjunto en el que ganó dos etapas de las Vueltas a Francia, Italia y España, tres de la Vuelta a Suiza y la Tirreno-Adriático y su primer título mundial de contrarreloj en 2018, que repitió al curso siguiente.
En el BMC incluso quisieron hacer de Dennis un ciclista de grandes vueltas, pero nunca explotó como tal y se definió más como un hombre para pescar en algunas etapas y ayudar a sus compañeros.
Además de lograr en tres ocasiones el campeonato del mundo de contrarreloj, consiguió el bronce en Tokio, en la misma especialidad. También tenía en su haber distintas medallas en pruebas de pista (plata en Londres 2012) siempre en la modalidad de persecución por equipos.
]]>Conocido cariñosamente como Jandro entre amigos y familiares, el ciclista estuvo hospitalizado por más de 20 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del mencionado hospital asturiano debido a las graves lesiones que sufrió tras ser atropellado por una conductora en la carretera AS-329, concretamente en el kilómetro 4.200 en Gozón, según informó El Comercio.
Alejandro Carnicero, quien pedaleaba junto a un compañero, sufrió heridas graves al ser lanzado por el aire tras el impacto de un vehículo que invadió el carril contrario por donde circulaban ambos ciclistas. El otro ciclista también resultó herido, aunque con lesiones menos graves.
El ciclismo asturiano vuelve a teñirse de luto con el fallecimiento de Alejandro Carnicero tras ser atropellado el pasado 6 de Diciembre y permanecer ingresado en la uci del Hospital Universitario Central de Asturias. DEP. pic.twitter.com/vGecKFAC5U
— Ciclopedreste (@ciclopedreste) December 29, 2023
La conductora invadió el otro carril
Alejandro Carnicero González desempeñaba actualmente el rol de entrenador personal de ciclismo y formaba parte del equipo deportivo Pichones en el concejo de Carreño. Contaba con una amplia experiencia en las disciplinas de bici de montaña y carretera.
Como reporta El Comercio, el vehículo implicado en el incidente era un automóvil del modelo Seat León.
A través de mensajes en sus redes sociales, la familia del fallecido está solicitando "que se haga justicia" ante el atropello perpetrado por la conductora, quien presuntamente invadió el carril contrario hasta impactar contra los ciclistas, supuestamente bajo los efectos del alcohol.
]]>"Yo estuve tres años allí... 2005, 2006 y 2007. Era por invitación, iban los nueve mejores del mundo y solo podías ir tres años seguidos, después tenías que descansar al menos otro antes de volver. El primero en ir fue Villanueva. Querían que los japoneses evolucionaran, así que llevaban a gente de fuera, pero a veces cerraban la mano para favorecer a los suyos, eso sí", explica.
El keirin japonés surge allá por 1948. Fue en la ciudad de Kitakyushu y buscaba recaudar dinero con los impuestos de apuestas y boletos. Una especie de quiniela hípica, solo que no se podían usar caballos para tales menesteres, por aquello de la posguerra, el hambre, el país con muchos espacios en ruinas. Así que imitaron lo de los hipódromos con bicis y chiflados que se embalan por encima de setenta kilómetros por hora. Aun hoy, el keirin es uno de los cuatro deportes japoneses en los que está permitido apostar. Los otros son las carreras de caballos (keiba), las de motocicletas (Oto Resu) y las de hidroplanos (Kyotei).
Las bicis mueven, anualmente, por encima de los diez mil millones de euros solo en este tipo de juegos. Pero, además, las apuestas son cosa seria, obsesiva. Metrónomas, cartesianas, el sueño de cualquier friki de los datos. Quien lo desee, recibe una hoja con las estadísticas de cada ciclista, casi una sábana llena de números y kanjis... el porcentaje de victorias, de podios, la táctica que utiliza normalmente, la ratio de éxitos y derrotas... Incluso el grupo sanguíneo y el signo zodiacal. Todo es importante cuando se trata de arriesgar dinero confiando en personas que no conoces.
Los sucesores que no llegan a suceder: Abraham Olano y el Tour de Francia de 1997
Marcos Pereda
Aquí la gran leyenda es Koichi Nakano, que practicaba keirin y también salía de Japón para hacer sus pinitos en Mundiales y similar. Era bastante bueno también allende los mares. Diez veces consecutivas campeón del mundo, vaya, entre 1977 y 1986, siempre velocidad individual. Tiene reconocimiento internacional pese a no ser el más ganador de siempre en la disciplina nipona. Ese puesto corresponde a Katsuaki Matsumoto, que llegó a sumar 1.300 victorias.
Cuentan que Nakano se quedó por las 800 o así... Ojo, llegar no es fácil, porque debes hacerlo a través de la Escuela Japonesa de Keirin. "Tú no vas allí y compites, ya puedes ser campeón olímpico que debes ir a la Escuela. Hay una Escuela de Keirin igual que hay una Escuela de Sumo, la nuestra está en medio de la montaña, ahí perdida", sigue Escuredo. La Nihon Keirin Gekk, o Escuela Japonesa de Keirin, está en la cima del monte en Shuzenji, una localidad a dos horas de Tokio.
Tiene cuatro velódromos abiertos las veinticuatro horas del día, un circuito de diez kilómetros por carretera, gimnasios, cuartos enormes repletos de rodillos, una tienda de bicis... todo lo que usted pueda imaginar en un centro así. Tiene, también, algo que es pesadilla entre árboles, una recta de asfalto que llanea durante 120 metros, afronta ochenta a 35 grados de pendiente, y desemboca en otro llanito. Hacer, repetir, volver a repetir, con un único desarrollo pensado para la pista. La clave es revolucionar las piernas al máximo durante el comienzo simpaticote y luego dejar que tus pulmones ardan, que tus piernas se bloqueen. Muchos terminan en el suelo, incapaces de dar una pedalada más. Los otros, descienden ese muro con una bici sin frenos.
Esta Nihon Keirin Gekko fue fundada en 1950 y solo acepta a uno de cada diez aspirantes, hasta sumar sobre los noventa. Primero, superas una prueba inicial a contrarreloj. Hay eliminatorias por los cinco distritos del país y los mínimos exigidos varían, porque las condiciones son también distintas. En los primeros años del keirin, tenías que bajar de los setenta y tres segundos para superar el test. Después, llega el siguiente paso. Otra vez la crono de un kilómetro, seguida de un esprint de doscientos metros, seguida de una prueba escrita, una entrevista y una exposición oral. Vamos, como unas oposiciones. Quienes logren sobreponerse a todo esto, entrarán en estricto régimen de entrenamientos que incluyen sus buenas quince horas diarias.
"Nosotras también estábamos en la Escuela, claro", me dice Helena. Helena es Helena Casas. Tres medallas europeas, olímpica en Río de Janeiro. Y con paso, también, por Japón, año 2014. "Me invitaron porque les gustó mi forma de competir, me dijeron que era valiente. La primera vez que corrieron féminas internacionales en el keirin fue en 2012, invitaban a dos para que el nivel de las japonesas subiera, es lo mismo que habían hecho con los chicos. Yo estuve un mes y medio, por mayo o así. Nos llevaron a la Escuela de Keirin, íbamos a clase y nos examinábamos. Teoría y práctica. La práctica era desmontar una bicicleta y volver a montarla en un tiempo determinado y siguiendo los pasos que ellos tenían preestablecidos. Estaba muy chulo", ríe.
Me surge una duda. La sociedad japonesa, tan especialista, tan diferente. Demasiadas pelis y animes en mi psique. Pregunto a Helena. Que cómo era, que si tenían condiciones distintas por ser mujeres. "La organización nos trataba bien, pero dentro del ambiente sí veías diferencias. Si coincidías con chicos durante la competición, las habitaciones de hombres y mujeres estaban en plantas distintas. Y, aunque comíamos en el mismo comedor, no podíamos compartir mesa. Pero, quitando esas cosas, el trato era muy bueno, con mucho respeto".
"Las habitaciones de hombres y mujeres estaban en plantas distintas. Y, aunque comíamos en el mismo comedor, no podíamos compartir mesa"
Así que volvamos a las bicis. Al tema de la mecánica, muy particular. Piensen en Japón: alta tecnología y tradiciones milenarias. Aquí prima lo segundo. Me cuenta José Antonio que "todas las bicicletas son prácticamente iguales, no puedes llevar carbono. Nada, son bicis de acero y con radios, como hace cincuenta años en la pista. Hay un protocolo con las bicis, las medidas, hasta el último dato. Incluso tienes que llevar pedales con rastral, el antiguo. A mí hasta me costó encontrarlos, porque ya no vendían".
Y sigue con la Nihon Keirin Gekko. "Para los japoneses, esa escuela dura un año. Con nosotros, la cosa era de quince o veinte días. Exámenes y todo, ¿eh? Llegas allí, te ponen a tu traductor personal y básicamente aprendes la normativa del keirin japonés, que es totalmente distinta a la occidental. Haces simulaciones de carreras, estudias los videos y te van corrigiendo, hay mucha teoría sobre reglamentación, mecánica de la bici, te hacen unas pruebas físicas... Se supone que todos aprobamos y ya empiezan las competiciones".
El objetivo es prepararte para las carreras de keirin, que son una mezcla de ciclismo tras moto (durante varios giros al velódromo) y esprint (una vez que el guía abandona la pista, a una o dos vueltas del final). A falta de vuelta y media, se empieza a tocar un gong, cada vez de forma más continuada, hasta el repique definitivo cuando reste solo un óvalo. Y, a partir de ahí... el acabose. Tácticas, volattas y valentía. Vale, a ver, cómo explicarles esto.
Todas las bicicletas son iguales, no puedes llevar carbono. Nada, son bicis de acero y con radios, como hace cincuenta años en la pista
Dorsal, maillot y casco a juego. Los números uno, dos y tres están reservados para los favoritos y visten con los colores blanco, negro y rojo. Los demás tienen distintas combinaciones cromáticas e indican a quienes pasan por allí que resultan apuesta de riesgo. Hay tres tipos de ciclistas en el keirin, dependiendo de su estilo. El senko es el más poderoso, alguien con la suficiente fuerza como para liderar el grupo durante toda la última vuelta y que sea imposible adelantarlo. Luego viene el makuri, que ataca en la curva final. Y, por último, el oikomi, esprínter clásico que usa su reprís en la recta definitiva. Antes de la competición debes confesar qué táctica tienes en mente, cómo afrontas el asunto para obtener la victoria. Todos saben dónde piensa hacer el otro arrancada o esprint. Guerra de nervios, de estrategia. Más pólvora para los apostantes, que están totalmente al margen de los atletas.
"Te hacen el zenken, que es una revisión de la bici, y ahí ya te aíslan", dice Escuredo. "Tras el zenken, entregas todo lo que te pueda comunicar con el exterior, los móviles, todo. Y estás cuatro días así. El del zenken y los tres de competencia, que corres en cada uno de ellos. Dependiendo de tu clasificación, vas pasando a una manga u otra, pero corres cada jornada. Sin contacto con el exterior, eh. Yo tengo una anécdota y es que el día antes de una final me puse con un dolor de muelas horrible, que no podía ni dormir, y para ir al médico no veas qué de problemas... Me escoltaron dos personas de la organización y mi traductor, los tres allí. Casualmente, ese día gané la carrera. De todas formas, creo que esto se ha relajado un poco, te hablo de mis años".
La palabra keirin significa anillo, pero también batalla (allí las grafías pueden ser dobles) y nunca hubo más acertada denominación, porque hablamos de algo salvaje, duelo de samuráis más que esprint en bici. Cabezazos, hombros, roces por doquier... El keirin es más deporte de contacto que una modalidad ciclista. Ojo, no era fácil, lo de ganar. "Los japoneses son muy buenos allí. Tienen una gran cantidad de corredores, son un gigante dormido", comenta Juan Antonio.
Practicar deportes de contacto no afecta a tu salud mental (sino todo lo contrario)
El Confidencial
"Lo que pasa es que correr en Japón es un poco diferente, son muy duros, tienen mucha habilidad, meten más codos, te enganchan con la cabeza y te sacan fuera. Y los velódromos son distintos, sin casi peralte, muy largos y descubiertos. De hecho, corríamos con lluvia, mi primer keirin fue bajo agua. Van recubiertos con un material que agarra divinamente, se compite incluso nevando. Pero con la peligrosidad del keirin, en esas condiciones... Con lluvia cobrábamos más, por el aumento del riesgo".
Helena apostilla. "Hay diferencias al correr, sí, un poco. Más contacto, pero también por eso puedes llevar protecciones". ¿Protecciones? Pregunto por eso. "Sí, hombreras de plástico, podías llevar protecciones acolchadas por todo el cuerpo, el casco también era un poco más grande. También corríamos con agua, así que era necesario. Piensa que los botines, por ejemplo, tenías que llevar los mismos toda la temporada, no podías cambiar de unos a otros dependiendo de las condiciones".
Y, ¿los desarrollos? "Pues lo normal", me dice Escuredo, "un 48x14, un 49x14. Al final del último año, ya se metía más, yo llevé 51x13. A día de hoy, sigue siendo poquísimo. Pero antes pensábamos que mejorabas a través de la cadencia, hoy está demostrado que es por la fuerza. Ahora se corre con 60x12, barbaridades de esas".
Esa mezcla entre estética deportiva, velocidad alocada y gangsterismo salvaje hace del 'keirin' objeto para plasmarlo en pelis, libros y mangas
La gracia del keirin (una ellas, la preferida para los japoneses) son las apuestas. Bueno, eso y que los japoneses se vuelven locos con el asunto. Hay distintas formas de apostar, dependiendo de si aciertas los dos primeros en su orden (nishatan), en orden cruzado (nishafuku), si lo haces con tres (sanrenpuku), o si aciertas el ganador de las siete últimas carreras de cada día (Dokanto! 7). ¿Resultados? Pues millones y millones de monedas gordas.
Piensen que hay unos cuatro mil profesionales del keirin en Japón y que existe un canal televisivo que solo emite keirin. ¿Resultado adicional? Que los malos buscan el control de todo este rollo. Vamos, que hubo yakuza, dicen, mucha yakuza. ¿Resultado adicional segundo? Esa mezcla entre estética deportiva, velocidad alocada y gangsterismo salvaje hace del keirin objeto ideal para plasmarlo en pelis, libros y mangas. Vamos, que no es azaroso cuando el personaje de Takeshi en El verano de Kikujiro se gasta todo su dinero en un óvalo al primer día...
Lo que decíamos del aislamiento es, precisamente, por esas apuestas, para que no haya tentaciones, para que nadie dude de la competitividad real. La cosa llega hasta extremos que pueden sorprender: las ventanas de los velódromos son opacas, así que nadie en el exterior pueda recibir señal alguna. "El estar incomunicados... Ni siquiera es porque te compren", cuenta Helena, "sino para que no mandes mensajes diciendo que alguien está lesionado o similar. Está todo controladísimo".
Las ventanas de los velódromos son opacas, así que nadie en el exterior puede recibir señal ni mandar mensajes. Está todo controlado
Y es que el keirin mueve dinero. Mucho dinero. Muchísimo. "Bufff, una barbaridad, era exagerado. Piensa que había cincuenta velódromos en Japón y cada fin de semana tenían carreras, hay corredores de primera categoría, de segunda, de tercera...", cuenta Escuredo. Y continúa. "Hay una carrera, el Gran Premio, que la corren solo los primeros del ranking durante el año, y esa tenía de recompensa un millón de dólares para el ganador. Luego hay otras de doscientos mil, de ciento cincuenta mil, y en las normales igual te ganas quince mil euros o así.
Es mucho más lucrativo que la pista aquí, no hay ni punto de comparación". Y... ¿para las chicas, Helena? "Creo que se cobraba lo mismo, si no fuera así me parecería muy mal, ¿no?", me cuenta. Yo quedo callado, sonrío a través del teléfono; ella queda callada, sonríe a través del teléfono. "Es verdad", continúa, "solo con la historia de los Juegos Olímpicos, que hasta 2012 no se corrían las mismas pruebas masculinas y femeninas pues...", tampoco nos hubiese extrañado ver diferencias, concluyo la frase.
Y con todas esas apuestas, con todo ese dinero... oye, José Antonio, ¿a ti alguna vez se te acercó alguien así, trajeado, con tatuajes, con pinta de Kitano en sus pelis sobre la yakuza? Ríe. "No, no... pero sí había pasado antes. Los yakuzas habían querido meter la cabeza ahí, según me dijeron. Y por eso el aislamiento, estabas muy controlado, en las carreras era imposible que nadie contactara contigo. Sí sé que hubo algunas cosas en años anteriores, con algún alemán, y hasta tuvo que intervenir la policía, hubo lío. Pero yo personalmente no me lo encontré".
Así que enormes premios, un deporte de rascar, esfuerzos intensísimos, la gloria (y la pasta) tan cerca. Emociones, pero sin pasarse, porque los japoneses son así. "Nos avisaron que, si ganábamos, no lo celebrásemos", me cuenta Helena. Discreción nipona y algo más. "Es por respeto a quienes apuestan, igual alguien perdió mucho dinero, o se había arruinado. No podías celebrar, tampoco las japonesas. Unas veces te tocaba a ti y, otras veces, a las rivales". Pero continúa. "Luego, los aficionados eran muy detallistas, te traían regalos". Cuenta, cuenta, que me interesan estas minucias.
Y continúa. "Pues dulces, también cosas más personales, fotos, asuntos que ellos hayan hecho. Si has dicho en una entrevista que te gustan los dibujos de, no sé, Doraemon, luego te llevan calcetines de eso, o si se enteran que coleccionas algo te regalan una pieza... cosas así".
José Antonio ha vivido la otra cara de la moneda, porque donde hay un ying siempre tiene que existir el yang. "El público va por la apuesta, es un poco como las carreras de caballos aquí, no van a ver deporte, las revistas de keirin no están en la sección de Deportes, sino en la zona de apuestas, de juegos. Y te miran igual que a los caballos, si han apostado por ti y les has hecho perder dinero, te dicen de todo. Yo algunas veces oía go home, go home". Era porque ganaba o porque ellos pierden. Centellas, luces, espectáculo. Tanta intensidad, mundo inmenso y desconocido. En serio, mírense alguna competición de keirin. Hay pocas cosas tan excitantes.
]]>Y, luego, vaya cambio. A ver, las orfandades son duras. Las orfandades son duras y aquella lo fue mogollón, porque Indurain era páter lejano-pero-cercano, ese que llega tarde del curro pero trae cachaza, abracines y un punto de 'contigo siempre estaré en el hogar'. A Indurain le habían buscado cosquillas gente como Ugrumov, o Chiappucci, o hasta Berzin, que mostró humanidad en una primavera de inhumanidades. Pero eran errores, tropiezos chicos, notas al pie en una obra grandísima. Confianza absoluta, tranquilidad que pasma. Volver a las siete un domingo, medio embolingado, y saber que tienes en casa magdalenas y café. Eso era Miguelón. Y luego...
Igual por eso fue tan doloroso lo del 96. Les Arcs, Hautacam, aquel infierno camino de Pamplona que no terminaba nunca, que duró desde la hora de tomarse el vermú. Mira, ahí gana la Vuelta, porque Miguel solo hubiese penado durante diez kilometrines, más o menos, tan cortas son las etapas. Pero, a lo que íbamos... horrible. Les Arcs fue como cuando a tu padre le quitan una piedra del riñón, que lo ves ahí, en la cama del hospital y te das cuenta de que no existen inmortales. Un despertar, una sacudida eléctrica. Y luego Pirineos, con el calvo aquel y su vena palpitante (la vena de Riis, la vena que tenía Riis en la frente, era gruesa cual apéndice interinguinal de Fernando VII y daba parecido miedo), con Indurain clavado en las cuestas de Larrau. Qué importa todo, entonces. Crecimos.
Pero no demasiado. Hoy lo miras, lo analizas, lo ponderas y aquel Tour de 1996 fue... en fin, fue como fue. Dentro y fuera del asfalto, que tuvo episodios en los hoteles como para tres temporadas de Lost. Pulularon aquel julio asaltadiligencias de pelaje particular, tipos a los que no puedes dejar el bote cuando sales de rondas. Luttenberger (un Pantani de Hacendado, uno de esos recién nacidos con cara de ancianos, Winston Churchill en bici), Laurent Dufaux (ejem), Leblanc (como las maracas de Machín), Ugrumov (oficial del ejército soviético, contemporáneo de Mijaíl Kutúzov, aproximadamente). Raro. Y el desarrollo, igual. Alpes trantranescos, la pájara horrible de Miguel, minietapita al día siguiente porque hubo invierno en verano. Media montaña con poca montaña y muchas medias, unipuerto pasando Lourdes, cien kilómetros llanos hasta Pamplona. Raro. Sin patrón, con Berzin en plan asustaviejas, con Riis en plan jefazo de Spectre, con Ullrich delgado (Ullrich delgado, ya les dije que era todo rarísimo). Así que se crearon sinergias anómalas, se sacaron conclusiones falsas. Que quien iba segundo antes del Marie Blanque pudo haber trincado el amarillo. Que era posible. Que solo fue un ratito pesadillesco, que al año siguiente volverán las oscuras golondrinas. Etcétera.
Que había sucesor. A ver, visto hoy nos parece locura manifiesta, casi herética, pero es que analizada a posteriori la taxonomía sexual del bos taurus es fácil concluir su género masculino (esto mi viejo lo decía más graciosamente). Pero entonces... pintaba fenómeno. No el bos taurus, oigan, no... pintaba fenómeno Abraham... Señales, señales.
Primero es lo de la apariencia física. La mímesis, el dídimo, la similitud en el morfos. Miren, otra vez debemos ser claros... estaba todo amañado, nos jugueteaban con el Photoshop, poníamos de nuestra parte, como cuando tienes un hijo y te parece el más guapo del mundo, pese a los orejones, la cara de Benny Hill y el defecar constante. Pues igual. Vale, un airecillo, pero nos vinimos arriba. Porque luego veías a Olano y a Indurain encima de la bici y... como ñandú y milano. Nada que ver. En crono era mucho mejor Abraham (la postura de Abraham, digo, la aerodinámica de Abraham... Abraham hubiese sido más recordelahorabeable que Indurain con las patas de Indurain). Y para arriba... en fin. Miren a Miguel. Qué elegancia, qué fuerza desprende, qué majestuosidad. Miguel Indurain es una de las cosas que me hacen dudar sobre la existencia de un demiurgo inteligente (los tigretones y el birle de Tete Rodríguez desde media bolera vienen justo después), pero con Olano tengo la certeza de que somos azar diabólico del cosmos. Porque iba encogido, porque se abría el maillot (Indurain nunca se abría el maillot, las vulgaridades no iban con él), porque no pillaba posturita, porque ahora bailando, ahora atrancado, porque... En fin, porque mira qué culo, joder, mira qué culo, ya te vale, equipo Banesto, en no ponerle el coulotte del 90, macho, que mira qué culo, un culo a lo Greg Lemond, un culo a lo se le escapa el pódium, menudo culo. No compares, macho, no compares.
Indurain me hace dudar sobre la existencia de un demiurgo inteligente, pero con Olano tengo la certeza de que somos azar diabólico del cosmos
Pero vale... lo otro. Más apuntes, más apuntes. Campeón del Mundo por Duitama, compartiendo cajones (que no galones) con Miguel. Quedó bonito, Duitama, con Gonzalo Fernández de Córdoba cubriendo espaldas del muchacho recién llegao. Quedó bonito, sí, aunque tuviese menos clímax que Médico de Familia, aunque fuese una actuación rara dentro del gotha. Ponles tú a Merckx o Hinault un Olano de Duitama y ya verás qué risas. Sí, sí, qué risas. Aún lo buscan por el Magdalena...
Claro que Miguel era Miguel, y aquello ayudó para que le viesen sucesor. Blanco estaba verde (mis disculpas), de José María Jiménez se comentaban cosas, Escartín enamoraba menos que Olano (júrolo... hubo un tiempo en que Escartín enamoraba menos que Olano), el resto no existen. Así que príncipe. Con el arcoíris. Y resultados, en ese fatídico 96. Podio en Giro, maglia rosa hasta más arriba de Mazzo. Una de esas veces que las tablas cuentan números pero omiten historias. A Olano le perdonan pellejo durante tres semanas transalpinas, porque a Tonkov (y al grupo de chiflados que iban detrás de Tonkov), Olano... cero miedos. Así que se descuelga locamente en el Monte Sirino (relean), salva muebles en Izoard (relean), mantiene esperanzas en Pratonevoso (relean), no atiza con fuerza contra el reloj (ídem) y aprovecha la petada anual que tenía Pavel en Fedaia (casi acabando la recta de Malga Ciapella, antes de las herraduras... allí dejaba de mover los pedales Tonkov con regularidad metronómica).
Así que tercero, a un ná de Ugrumov (el viejo que dijimos antes, el que fue al cole con Pushkin) y a otro ná de Gotti, electrón libérrimo en aquellos años. Pero podio, sí. Hay relevo, hay relevo. Luego llega el Tour, el Tour que disputaron en 1996. Cuentan que disputaron, oigan, porque yo nada recuerdo, yo nada quiero que me recuerden. ¿Larrau? Ni idea. ¿Les Arcs? Váyase usted a tomar vientos, buen hombre. El Tour, digo, y Olano tan cerquita de la gloria, tan maquillada (de nuevo) su entrada en Wikipedia. Sin montañas hasta Hautacam (Riis, plato gordo, vena gorda, enchufada gorda), todos cantando Verano Azul. Y luego a Pamplona hemos de ir, con desnivel para darle parraques a Unipublic y cien kilómetros de llanura final. Cuenta la leyenda que Squinzi, patrón de Mapei, impuso a sus ciclistas jugarse todo a una carta. No quiero cajones, quiero coj*** (traducción libre). Así que entre Rominger y Olano montan ataque sestrierescos y terminan haciendo eses por Soudet.
Nota 1: Todo esto del zafarrancho y la llamada de Squinzi... meh. Repasen la etapa, que está por ahí el video... Lo más gordo fue una intentona de Etxabe por Marie Blanque. Después... desbordadísimos. Que no les cuenten milongas, Rominger y Olano no intentaron nada heroico, porque iban con más ganchos que un pescador de Santoña.
Nota 2: Aquel día Riis subió a Indurain al pódium, para que le aplaudiese su pueblo. Fue una humillación, claro, solo que Riis igual ni se dio cuenta, porque para darse cuenta tendría que saber ganar y no sé yo si Riis sabía ganar.
¡Que a Olano lo ficha Banesto! Sí, el Reynolds de antes. Echavarri y Unzué. La maniobra del feo final que tuvieron con Indurain
Pero, vale... muy cerquita del podio en el Tour, podio en el Giro (el resultadismo sin análisis es como el sueño de la razón), y ahora, incluso, idénticos colores. Que nos lo ha fichado Banesto, colegas. Sí, el Reynolds de antes. Echavarri y Unzué, por si no sitúan. La maniobra del feo final que tuvieron con Indurain. Estaba el hombre agonizante en su tálamo (ojo, metáfora, que nadie grite) y se presentó allí la mujer con amante (tenía cierto aire, su amante, encima). Qué mal despedir a alguien que todo lo hizo bien, colega...
Pero, en fin, la vida sigue, pasas dos semanas malas y luego vuelves a salir, tres machacaos, cuatro caciquecolas y ya estás otra vez cantando el Agila, que tiene cuatro temas gordísimos para empezar. Vamos, que no hay dolor, que nos ilusionamos fácil. Y con Olano... lo mismo.
Ayudaba la prensa, oigan (la prensa siempre debe recibir), que estaba con Abraham como una adolescente con los actores de Al Salir de Clase (bueno, salvo con Carlos Sobera). Entrevistas, reportajes largos, sesiones de fotos mientras se entrenaba en Tourmalet o Glandon, un seguimiento bien bruto en las carreras que iban acercando julio. Todo perfecto, todo guay, todos confiantes. Miren, miren Dauphiné... vale, no ha ganado nuestro ídolo, pero es que se cayó mogollón de veces, y así no hay quien gane. Que, ok, se cayó porque iba como Sete Gibernau en las curvas, recuperando todo lo perdido por pendientes, pero... A mí no me engañas, está ganadísimo. Si hasta el Marca lo tiene claro, y el Marca no falla nunca.
Su Tourno, tituló, con acertado juego de palabras. ¿Lo entienden? Su Tourno, su turno. En realidad fue Su Tour no, ni de coña, qué va a ser su Tour, déjate de paparruchas, qué Tour ni qué Tour, lava los platos, que me tienes hasta las narices con tus mierdas de bicis, pero entonces no lo sabíamos. Unos visionarios, los del Marca...
Y eso, que todo en preparación para que Olano masacrase aquella Grande Boucle. Cinco de Miguel, intermedio tristón, primero de Abraham. Campeones, campeones, oe, oe, oe. Hasta que pasamos el desvío a Super Baréges y Pedro González dice aquello de "uyyyy... vamos a ver, vamos a ver". Fin de partida, game over. A ver, aun nos quisieron vender motos, oigan. El Tourmalet y La Madeleine son los peores puertos del Tour para Abraham, decían por la tele. Es un sufridor, ahí está, baja mejor que nadie, qué donosura, qué presteza. Olano enlaza por la fuente de Campan, sigue haciendo gomas como un obrero de la Michelin, pierde solo un minutuco, salva el día, salva el día, está ganado, ganado, qué emoción. Oye, parece fuerte el Ullrich ese... Está ganado. Igual no fácil, pero ganado.
Etapa siguiente, subiendo Envalira, Olano vuelve a quedarse. De un grupo... en fin, de un grupo donde aguantan ciento catorce Festinas, ochenta y cuatro Telekoms, tres esprínters del Buckler, dos gregarios del Puertas Mavisa, Eros Poli y Dario Pieri. Creo, eh, estoy tirando de memoria. Luego volvió a jugarse la vida en dirección Andorra (como hacen ahora los descerebrados con sus ferraris), pero la cosa estaba clarísima.
Todo en preparación para que Olano masacrase aquella Grande Boucle. Cinco de Miguel, parón triste, primero de Abraham. Hasta Super Baréges
Abraham Olano terminó aquel Tour en una meritoria cuarta plaza. Cerquita del podio, oigan (bueno, no muy cerquita, pero se me entiende), porque ganó la última contrarreloj y porque Pantani salió aquel día relajado, pero... Miren, si ustedes observan aquella Grande Boucle, si se fijan más allá del frío dato, de la miserable hoja de excel... Había como diez tíos escalando mejor que él. Como diez tíos. Pasa que de él... pasa que de él pasaban, que no inquietaba a nadie, que daba el mismo miedo que Pablo Motos en Wrestlemania. Fue cuarto porque no quisieron quedarse con sus calzoncillos en Pirineos o Alpes. Ay.
Ahí se terminó el romance. A Olano ya no le veíamos tanto aire con Miguel, nos parecía un poco gordo, hablaba menos (como si Miguel hablase mucho), caía peor. Qué vamos a hacerle, son volubles los amores. Luego llegó la Vuelta, y aquello del Mirador de la Cabra Montés, y no puedes retirarte, oigan, en un sitio que se llama Mirador de la Cabra Montés. Bobet dejó un Tour en Iseran, a Merckx le dieron puñetazo en Puy-de-Dôme. El Mirador de la Cabra Montés... Luego llegarían Aubisque y su descenso, la Vuelta del 98 (con Neila, con Chava, con Beltrán, con recorrido más capado que el Google en un colegio de curas), el paso a la ONCE, Anglirus, ese otro Giro tan raro donde fue segundo. Pero nunca, nunca, volveríamos a verlo con un hombre-Tour, como un dominador. Pedazo palmarés, el de Olano... pero no le miren currículum por julio.
Se nos rompió el afecto de tanto usarlo, aunque fueran unos meses. Se nos rompió así. Con un sustito antes de comer, con niebla y un paisano que no aparece. Con ese sucesor que nunca terminó sucediendo.
]]>Al hablar de Lance Armstrong todo aficionado al ciclismo coincide en hablar de uno de los mayores mentirosos que ha habido en su historia, e incluso del gran culpable de dejar a este deporte tocado de muerte años atrás. Con la sempiterna sospecha del dopaje y casos como el del Festina o la Operación Puerto poniendo siempre en duda hasta qué punto era legal cada victoria, el estadounidense protagonizó un escándalo sin precedentes subido a la bicicleta.
Ganador de siete Tours de Francia consecutivos, entre 1999 y 2005 incluidos, Armstrong se retiró definitivamente en 2011 tras haberlo hecho una primera vez y regresar en 2009. Lo hizo con los honores del que más veces había logrado el maillot amarillo en la historia de la ronda gala, pero la burbuja estalló por completo en 2013, cuando en una entrevista confesó por sorpresa que todo había sido un cuento.
"Sí, me he dopado y me sometí a transfusiones de sangre para ganar los siete Tours. Todo lo que he ganado ha sido utilizando cortisona, EPO, transfusiones de sangre... Aproveché el tratamiento para mi enfermedad para empezar con ello. Sin esas ayudas, no es posible ganar siete Tours consecutivos", confesó con una pasmosa tranquilidad en una entrevista con Oprah Winfrey para la CBS.
"Me han hecho 500 pruebas y nunca he fallado un control antidopaje"
Desposeído ya de sus siete Tours, una mancha imborrable que la propia carrera ciclista francesa quiso evidenciar dejando en blanco el nombre de ganador todos esos años, Lance Armstrong dio nuevos detalles de cómo se produjo el dopaje. Fue en declaraciones al podcast Club Random de Bill Maher: "Lo que siempre dije, y no intento justificar lo que dije como algo que quisiera repetir otra vez... una de las frases era: 'Me han hecho 500 pruebas y nunca he fallado un control antidopaje'. Eso no es mentira. Esa es la verdad. No había forma de evitar el control. Cuando oriné en el bote y analizaron la orina del bote, eso fue lo que pasó".
"La realidad y la verdad de todo esto es que algunas de estas sustancias, sobre todo la más beneficiosa, tiene una vida media de cuatro horas en el organismo. Así que ciertas sustancias, ya sea cannabis o anabolizantes, o lo que sea, tienen vidas medias mucho más largas. Podrías fumarte ese porro e ir a trabajar conduciendo tu tractor... y en dos semanas y dar positivo, porque la vida media es mucho más larga. La EPO, que fue el combustible para cohetes que cambió no solamente nuestro deporte, sino todos los deportes de resistencia, tiene una vida media de cuatro horas, por lo que sale del cuerpo muy rápidamente", detalló Armstrong.
El estadounidense explicaba cómo la sustancia beneficiaba a los que la tomaban: "No quiero animar a nadie a hacer algo que no tiene por qué hacer. La verdad es que era una droga que era indetectable, que era tremendamente beneficiosa para el rendimiento y para la recuperación. Ambas partes son importantes, pero sobre todo la del rendimiento. Y, como nos hicieron creer, algo con lo que no estoy en desacuerdo, si se tomaba bajo el cuidado de un médico era seguro".
]]>El ya exciclista de Pinto siempre abogó por la teoría de que, su positivo, fue debido a la ingesta de carne que estaba adulterada. O bien porque a la vaca la habían engordado artificialmente o porque la carne había sido inyectada para mejorar sus proporciones. Más de una década después, las vacas vuelven a estar en el punto de mira del ciclismo, donde una nueva serie de positivos, de nuevo en Francia, vuelven a traer al caso de actualidad. ¿Qué hay detrás de todo ello?
Todo comenzó hace unos días, cuando dos ciclistas de ciclocross denunciaban que habían dado positivo por Letrozol tras haber consumido leche en Normandía. El primer positivo fue el de Toon Aerts en el Mundial de Flamanville de 2022, siendo el de Shari Bossuyt en marzo de 2023 en la Vuelta a Normandía. Y, en vista de la disputa de la Copa del Mundo en Flamanville, la agencia de comunicación que lleva a ambos deportistas ha afirmado que su positivo fue por la leche.
"Basamos nuestra hipótesis de que Toon y Shari dieron positivo después de consumir productos lácteos en Flamanville. Sus expedientes muestran demasiadas similitudes como para ignorarlo. El metabolito de Letrozol puede estar presente en la leche de vaca. Nuestra hipótesis es que su resultado positivo se debe a esto, pero esto no ha sido confirmado mediante análisis de laboratorio", explicaban a través de un comunicado que ha sido respondido por los organizadores.
A vueltas con la leche
De sobra es conocido que la leche entera es un producto fundamental para el ciclista, pues ayuda en la nutrición del deportista. Y, de hecho, el principio activo del Letrozol sí se puede encontrar de manera natural en las vacas. Pero, entonces, ¿por qué está prohibido? Porque este medicamento, en muchas ocasiones, es utilizado para ocultar la presencia de anabolizantes en el cuerpo del corredor. Sin embargo, las cantidades en ambos casos sugieren una ingesta involuntaria.
Pese a ello, Stéphane Leclerc, organizador de la prueba, ofreció su punto de vista en una entrevista con Ouest-France: "Ya plantearon esa idea en el pasado. Como presidente de la organización de la carrera, no me corresponde a mí posicionarme al respecto. Eso sí, que yo sepa, ningún corredor de esta región ha dado nunca positivo ni ha sido acusado de dopaje a causa de los productos lácteos de Normandía", se defendía. Pero el caso sigue abierto.
"Hemos aconsejado a los ciclistas que viajaron a Flamanville que consuman la menor cantidad de productos lácteos de la región", explicaba el agente de ciclistas Yannick Prévost. De hecho, hace unos años, la tenista italiana Sara Errani ya dio positivo por Letrozol, afirmando que se había producido por algo que había consumido. El caso de la leche dopante está más abierto que nunca y las dudas siguen en la mesa: ¿Serán las vacas las responsables de estos casos de dopaje?
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