La Selección conducida por Sergio Scariolo promedia 5.957 espectadores por partido desde 2017, según los datos extraídos de 2Playbook Intelligence para EL CONFIDENCIAL. La muestra incluye los 14 partidos disputados en pabellones españoles en los últimos ocho años, cuando arrancó el nuevo sistema de FIBA para clasificarse al Mundial y al Eurobasket.
Fue cuando nació la conocida como Selección B, sin las grandes estrellas habituales, pero con una batería de jugadores que no solo cumplió con el objetivo de la clasificación, sino que algunos incluso encontraron su hueco también entre los 12 convocados para los grandes torneos. En esos 14 partidos, la Selección masculina ha registrado una ocupación del 71% de los pabellones. El último encuentro, disputado en el Príncipe Felipe de Zaragoza, logró un lleno histórico de 10.551 espectadores.
La asistencia se disparó
No se incluye en esta muestra las giras de preparación de verano organizadas por la FEB, sino únicamente los partidos oficiales de clasificación de FIBA. Zaragoza, de hecho, se ha convertido en la principal plaza de la Selección. La anterior marca de asistencia también fue en el Príncipe Felipe: se produjo en 2020, antes de la pandemia, en el partido que enfrentó a España contra Polonia. Ambos fueron encuentros destacados.
El de hace unas semanas fue el regreso de Ricky Rubio a las pistas y el de 2020, el primer partido oficial tras ganar el Mundial. La tercera mejor marca de asistencia fue en este mismo pabellón en 2018, contra Montenegro y ante 7.432 personas.
En estos ocho años España también ha pasado por el Navarra Arena, donde tiene su cuarta mejor cifra de asistencia pese a no tener ningún equipo en las principales competiciones. En Burgos también acarició la barrera de los 7.000 espectadores y en Madrid estuvo por encima de los 6.200. Entre medias, también ha optado por acudir a pabellones de menor capacidad para llegar a otras regiones, como el Santiago Martín de Canarias, el Carolina Marín de Huelva, el Palacio de Vista Alegre de Córdoba o el Olivo Arena en Jaén.
La Selección femenina, subcampeona del Eurobasket y ya clasificada para París 2024, también está recuperando el tirón entre la afición. La media de asistencia desde 2017 es de 2.280 personas. La tasa de ocupación es del 44%, muy por encima de otras selecciones femeninas de otros deportes. Solo los partidos que la España de fútbol ha jugado tras ganar el Mundial están por encima.
El mejor partido de las Ventanas FIBA para el equipo femenino fue el primero, disputado en 2017 en Valladolid ante 4.740 espectadores. El último encuentro, jugado en una plaza importante para el básquet femenino como el Santiago Martín (allí se hizo el Mundial de 2018), congregó a 2.225 personas, con un 43% de aforo. La femenina ha disputado siete partidos en España como parte de las Ventanas y, salvo el de Melilla en 2018, siempre en pabellones que superan las 5.500 butacas.
*Artículo publicado originalmente en 2Playbook.com.
]]>El Baskonia logró un triunfo importante este pasado domingo al cortar la sequía de victorias en los tres últimos partidos y hacerlo, además, frente a todo un Barcelona en el delirio del Buesa Arena. Los de Dusko Ivanovic vencieron a los culés por 103-96 apoyados en un gran Matt Costello pero, especialmente, en un demoledor Markus Howard, que anotó 37 puntos con ocho triples.
El conjunto vitoriano se toma así un respiro en una complicada temporada en la que actualmente están fuera de los playoffs de la Liga Endesa, ocupando la novena plaza con un balance de 13-11 muy lejano a las exigencias del equipo. No mucho mejor, además, le está yendo en la Euroliga, donde son octavos con un 15-13 que al menos les mantiene en la pelea.
Susto que pudo acabar en tragedia
Más allá de lo puramente deportivo, el Baskonia-Barça fue noticia por un hecho que pudo acabar en una tragedia. Un error injustificable que afortunadamente no tuvo ninguna víctima. Todo ocurrió en el último tiempo muerto del encuentro, en el cuarto periodo con el Barça buscando igualar el partido, cuando se desprendió uno de los focos de los videomarcadores situados en el techo.
¡SUSTO EN EL BUESA! Se ha caído un foco en mitad del tiempo muerto a pista. Afortunadamente sin consecuencias. #Bufffffffff pic.twitter.com/qs5qI0Tl7f
— KIROLEROS.com 101.6fm (@kiroleros) March 10, 2024
La caída del objeto metálico, de un peso considerable y desde lo más alto del pabellón, se produjo además a escasos metros de las animadoras que en ese momento estaban sobre el parqué, en el que también estaba Aker, la mascota del equipo.
El propio Baskonia emitió un comunicado tras lo sucedido: "Baskonia está investigando la caída de uno de los focos del videomarcador durante el último tiempo muerto del partido. El club ha solicitado de forma inmediata un informe al proveedor técnico responsable de la reciente instalación del mismo para esclarecer las causas del incidente".
]]>"Estamos en un momento de transición, no hay más secreto. Hay que comprometerse a buscar los recursos para mantener la competitividad, incluso en un momento así", reconoció Scariolo cuando se confirmó la segunda derrota en este parón internacional. La presencia de los jugadores de Euroliga no ha sido suficiente para evitar la derrota.
El triunfo en el Eurobasket de 2022, quizá el de más mérito de Scariolo, fue un trampolín para esta generación, que sufrió para conseguir ese trofeo. Era el primero sin los Gasol, sin Sergio Rodríguez, no estuvo Ricky Rubio… A pesar de aquellas vicisitudes, el equipo venció a Finlandia, Alemania y Francia para proclamarse campeones de Europa.
Los problemas, sin embargo, llegaron en el Mundial, donde España fue eliminada en la segunda fase, y no se han disipado en este reencuentro del equipo. Las dudas están presentes a escasos cuatro meses de que empiece el preolímpico, una cita en la que no pueden darse fallos.
Las ausencias de Willy y Lorenzo
Esto explicó Scariolo sobre el pasado verano: "Competimos bien en el Mundial, aunque no hay que olvidar que no cumplimos el objetivo de la clasificación para los Juegos Olímpicos. Por el contrario, metimos en la órbita de la Selección a nuevos jugadores, alguno que adelantó los tiempos. Creo que estuvimos muy a la altura de las circunstancias, y que supimos competir, incluso con equipos como Canadá, con un talento espectacular que demostró luego con su clasificación final".
Hay dos jugadores que no han estado en las Ventanas, y que han resultado siempre imprescindibles para Scariolo. Se trata de Lorenzo Brown, cuya ausencia acusa España desde el Eurobasket, y Willy Hernangómez, MVP en el último éxito y líder de esta nueva generación. Ambos se ausentaron en esta cita dada su intención de recuperarse de sus molestias.
Una mejora para estar en París
El regreso de Ricky Rubio, ausente del baloncesto desde agosto por problemas de salud mental, tampoco ha bastado para que España haya recuperado el camino de la victoria en estos partidos. No obstante, se espera que su regreso al Barcelona sirva para que gane rodaje y sea uno de los líderes de la Selección en el preolímpico.
El rendimiento de algunos jugadores, como los Hernangómez, debe mejorar en este tramo final de temporada si quieren resultar determinantes para que España esté en París. Ese es el objetivo de Scariolo, que debe estar lleno de dudas por el nivel mostrado en este parón. Aun así, todavía hay esperanza para estar en los Juegos Olímpicos. Apelar a la épica es algo que se le da bastante bien a esta Selección.
]]>"He estado en la oscuridad, pero trabajando y con la ayuda de los profesionales necesarios, se puede salir. Una palabra, un abrazo, un 'estoy aquí', todo ayuda. Me he salvado y ahora estoy a gusto. Estoy orgulloso de mí mismo. Le doy una nueva oportunidad al baloncesto", apuntó Ricky Rubio en su presentación como nuevo jugador del Barça de baloncesto.
"Desarrollé un estrés crónico que desregularizó mi organismo. Podemos poner etiquetas, yo no nunca las tuve, como una depresión o un trastorno de ansiedad. Tuve síntomas de problemas de salud mental que la única forma que pude afrontar fue entendiendo como había llegado hasta ahí y por qué me estaba pasando", reveló el jugador.
🌹 Ocho minutos que enseñan que el basket es la cosa más importante de las cosas menos importantes.Ocho minutos que explican que, detrás de cada jugador, hay una PERSONA.Ocho minutos que hay que escuchar.Ocho minutos... de @rickyrubio9.📽️ @FCBbasketpic.twitter.com/9WazHMzkUV
— #CopaACB (@ACBCOM) February 26, 2024
"Esto fue causado por dos factores, uno interno, por como pienso yo mismo. Eso me había llevado a jugar a alto nivel, pero no era sostenible. Seré exigente igual, pero cuidando más de la persona. Después los externos, por la competición, el baloncesto. Me tenía que alejar de él. La FEB y Cleveland lo entendieron perfectamente. Me tenía que alejar y pasé mucho miedo, pero era lo correcto", contó ante los medios de comunicación.
Pensó en abandonarlo
"Gracias a esto he llegado a este punto, donde el balón vuelve a mis manos, esperando disfrutar mucho y cuidando a la persona. Durante tres o cuatro meses el baloncesto se había acabado para siempre. He aprendido la lección".
Rubio ha firmado solo por lo que resta de temporada y ha pactado con el club poder rescindir el contrato si las cosas no acaban yendo estos meses como las dos partes esperan. "Estoy comprometido al 100%, pero si en algún momento esto vuelve, tendré que parar. Estoy para aportar lo máximo posible esta temporada. Ya se verá", afirmó en el Auditori 1899 de las instalaciones del club azulgrana.
El base de El Masnou quiso dar las gracias a todo el mundo por el apoyo en el proceso que ha vivido, y aún está viviendo, con especial mención a la prensa por respetar su privacidad, a la Federación Española de Baloncesto, a los Cleveland Cavaliers, al FC Barcelona y a su vestuario y a su familia y amigos.
]]>Los de Sergio Scariolo empeoraron incluso la mala imagen del jueves ante Letonia, penúltimos del Grupo C con un equipo que no ha sido capaz de entenderse. A pesar de recuperar a Joel Parra y de repetir quinteto inicial con Ricky, Xabi López-Arostegui, Parra, Juancho Hernangómez y Pradilla, el nivel de España durante todo el choque fue pésimo.
La selección española hizo agua en ataque, con 14 puntos de Darío Brizuela y 10 de Joel Parra, sin librarse de los malos porcentajes que marcaron el encuentro. Bélgica no fue mucho mejor, sólo lo suficiente para contar sus partidos por victorias en una fase que, a priori, no deberían fallar las favoritas como España, con tres billetes al Eurobasket para repartir entre cuatro.
La igualdad con Bélgica marcaría el partido, donde España no pasó de los 14 puntos en el primer cuarto, aunque se fue por encima. La falta de ritmo, liderazgo y precisión en la anotación ya hacía presagiar un partido duro. En el segundo asalto, los hombres de Scariolo se fueron por delante al descanso (19-26), pero las sensaciones eran malas.
España desperdició su ventaja
La presencia de Ricky Rubio no encontró progresión tras su regreso a las canchas en Zaragoza, aunque el base catalán fue de los más valorados al descanso. El ex de la NBA repartió juego y cogió rebotes, pero no metió una canasta en juego y en la segunda parte no compareció. España logró una pequeña renta con el 19-26 y, en la reanudación, la engordó sin defenderla (20-30).
La cuatro veces campeona de Europa logró poner de nuevo el partido de cara en el inicio del último cuarto pero, esta vez sin Rubio en el desenlace, no hubo convicción, acierto ni defensa en una España desconocida. Las pérdidas y los fallos marcaron la sentencia de los de Scariolo, quien espera armar un equipo de más garantías y confianza para el Preolímpico del mes de julio.
Tres canastas de Alberto Díaz y un triple de su sustituto, Jaime Fernández, colocaba una ventaja de 8 puntos a favor de España (40-48) a falta de siete minutos para el final, pero Bélgica vendió cara su derrota y volvió a empatar el choque gracias a un triple de Mwema a falta de cuatro minutos para acabar (48-48).
Más tarde, un triple de Gillet daba ventaja a los belgas, que se marcharon cinco arriba con una canasta de Obasohan tras un robo de balón de Loic Schwartz (53-48) completando un parcial de 13-9 en el último cuarto, lo que dejaba contra las cuerdas a los de Scariolo, quien pidió tiempo muerto a falta de dos minutos para reconducir la situación, algo que finalmente no sucedió a pesar de la intensidad de los minutos finales (58-53).
]]>El debut en el camino hacia el Eurobasket 2025 en el que defiende el título logrado en Berlín empezó mal para España, que volvió a caer contra el combinado báltico, en esta ocasión de manera ajustada, que parece que se le ha atragantado en los últimos tiempos.
Si ya cayó en el último Mundial, y afrontaba el partido con cierto ánimo de revancha por aquel resultado, volvió a tropezar por segunda vez en la misma piedra, en este caso en Zaragoza, donde sufrió para contener a la línea exterior letona en un partido en el que resistió gracias a su encomiable trabajo defensivo que no fue acompañado de acierto ofensivo (37,1 %), que fue la clave de la derrota.
Un triple de Timma, que sumaba su tercer acierto desde larga distancia, a falta de 1.08 para la conclusión puso el encuentro al límite para España (68-73). De la mano de la experiencia y los puntos de Ricky, se acercó a tres (73-76) a falta de 38.5.
El domingo nueva oportunidad para #LaFamilia 🙌🏆 Clasificación #EuroBasket 2025🇪🇸🆚🇱🇻FINAL (75-79)📷 https://t.co/8lqr6dGpGZ#SomosEquipo pic.twitter.com/kkO4bm1inq
— Baloncesto España (@BaloncestoESP) February 22, 2024
El triple clave de Letonia
Kristers Zoriks se empeñó en ponerle emoción al encuentro a falta de 17.2 segundos fallando dos tiros libres con 73-76 y permitiendo recuperar la bola a España, que atacó para forzar la prórroga con un triple que no llegó, porque Ricky fue objeto de falta antes de poder lanzar, lo que le llevó a los tiros libres cuando restaban 12.5.
Falló el primero y tiró a fallar el segundo, pero el balón acabó en manos letonas certificando la victoria visitante.
]]>—Bueno, y el baloncesto de hoy… ¿le gusta?
La hierba era muy potente.
—Es divertido, desde luego más que jugar para enviar un pase a un tiparrón de siete pies al que harán falta porque no sabe lanzar tiros libres.
Y de pronto la cosa se torció, la cabeza restallante, la boca seca, torpe y callada, un silencio tenso, no saber por dónde salir, Nelson no lo miraba a los ojos, los perros sí, unos segundos eternos y de pronto: se ha acabado, no quiero seguir con esto.
Pudiera parecer esquivo, borde, pero Don Nelson lleva muchos años en paz, la paz del retiro, un plano superior desde el que el viejo mundo parece poca cosa, lleno de menudencias y tonterías. Le cuesta hablar de sí mismo, y aún más de baloncesto, su herencia informe y confusa.
El baloncesto de hoy, tan desconcertante, tan apabullante y denostado, debe muchísimo a este octogenario genial que un día, cuando los Warriors cambiaron de dueño, o sea Joe Lacob, lo recibieron con una carta de despido, como se barren las sobras, y él, con su dignidad intacta, se dijo que adiós, y en adelante cortó los hilos con el mundo que hasta entonces había conocido, medio siglo entre canastas a las que trató, en su disfraz de entrenador, como Pollock el lienzo, brochazos de color y oleadas de juego aleatorio, borrón y trazo nuevo, siempre nuevo. Nelson pertenece a esa estirpe de hombres alérgicos al formalismo que fueron burlados en su presente por quebrantar la lógica, que es una suerte de pereza compartida.
Sus críticos no veían fuste en hacer del alero Paul Pressey un organizador —génesis del point forward—, jugar sin cinco real ante David Robinson, espolear el triple a Manute Bol —pero qué hace que no lo sienta, bramaba Chick Hearn al micrófono—, liberar al primer soviético como un chico salido del college, o abrir a un joven alemán de siete pies a medrar al perímetro. A Nelson no se le borró del mapa como a otros díscolos porque sus innovaciones daban resultado en el mismo presente que los demás no entendían.
Cuando era preguntado por estas cosas, Nelson se quitó siempre importancia. Que su quinteto pequeño del Run TMC (Hardaway, Richmond, Mullin) tenía que ser así por carecer de un pívot; que puso a Pressey de base para que Moncrieff, Hodges y Pierce pudieran tirar sin preocuparse de subir el balón, que a sus interiores cebo (Breuer, Mokeski, Lister, LaFrentz) los alejaba por sacar al interior rival y abrir avenidas; que al joven Nowitzki lo puso a marcar a Muggsy Bogues por evitarle codazos, que nunca perdonaría a Cuban traspasar a Steve Nash, que el hack-a-Shaq era un remiendo contra la bestia y que sus Warriors del We Believe jugaban así porque estaban hechos de calle. O sea, que en lugar de darse lustre todo parecía responder a alguna carencia y quintales de sentido común. Y forrado de modestia, escondía así la verdad.
A Nelson le cuesta hablar de sí mismo.
Criado en un baloncesto basado en la rigidez de las posiciones, en la rigidez de un credo rural, solo una vez admitió su pasión rupturista. "Yo diría que toda mi vida, cuando estaba ahí dentro —confesó al Chronicle—, me preguntaba: ¿por qué se supone que los bases solo deben pasar? ¿por qué los aleros solo anotar? ¿por qué los pívots solo postear?". A la mierda el antiguo régimen.
Durante treinta años de banquillo Nelson gestó en silencio tantas revoluciones que el llamado Nellie Ball, un presagio a 30 años vista, ocupa hoy páginas enteras en obras clave que tratan de explicar el salto cuántico del baloncesto moderno: Sprawlball, de Kirk Goldsberry, Spaced Out, de Mike Prada, Thinking Basketball, de Ben Taylor, The Midrange Theory, de Seth Partnow, y otras. En los nuevos analistas Nelson tiene el tratamiento de científico loco, del genio despistado que daba ideas al futuro sin pedir nada a cambio.
Adentrarse en su vida es caer fascinado por los misterios de la condición visionaria, que más que nacer se hace, que solo espera el momento. El giro completo de Phil Jackson a mitad de los setenta lo haría Nelson sin orientalismos ni viajes lisérgicos, tan solo por observar, perderse en la vida urbana y aburrirle lo que hacían los demás.
Sus orígenes se remontan a la América profunda que sabía, por la radio, del término de la Segunda Guerra Mundial. Una granja en Sherrard, un puñado de familias del sembrado a la iglesia, el arquetipo cinematográfico de la canasta en el granero, una llanta de bicicleta, siete alumnos en un aula de madera, un instituto ganador, la Universidad de Iowa, un draft rezagado por los desaparecidos Zephyrs, un estar a punto de volverse a casa, la llamada de los Lakers, y dos años después, a mitad de los sesenta, la definitiva de los Celtics de Russell y Auerbach, el hombre que le abrió los ojos. "Tú serás nuestro sexto hombre", un término que no había nacido.
Solo allí Nelson dio el salto al jugador que realmente era: un tweener con buen tiro, defensor de hombres altos, fajador y estilista, conector de equipo, un ganador nato. Cinco anillos en Boston, los dos últimos ya sin Russell en los confusos setenta que cuecen al hombre posterior, al genio pensante y descreído. Nelson está presente en la semilla del small ball, cuando en el séptimo de las Finales de 1974, con la puntera rota y un grumo de calcetín fuera de la zapatilla, entra como titular por Paul Silas para ahogar junto a Cowens a Abdul-Jabbar con un quinteto pequeño. "Qué tal si lo hacemos correr".
Tras el título de 1976, cuando el abdomen hinchado por la cerveza lo fatigaba más de lo debido, decidió dejarlo. Y una noche, en un restaurante, sometió a escrutinio familiar qué debía hacer. "Puedo ponerme a vender coches, hacerme árbitro o intentarlo como entrenador". Y allí mismo, a mano alzada, entre la mujer y los hijos, en un ejercicio de democracia real que trasladó siempre a los vestuarios, ganó la última opción.
Nelson acabó en los Bucks, en pleno derrumbe tras la salida de Abdul-Jabbar. Lo primero que hizo fue cambiar un grande (Swen Nater) por un pequeño (Marques Johnson). Y esa primera audacia puede explicar toda su carrera posterior, su rechazo al atavismo de los grandes, se llamaran Pat Ewing o Chris Webber, su amor por las piernas cortas y atléticas, por el baloncesto disturbio. En los siguientes diez años haría a aquel equipo aspirante permanente, siete títulos seguidos de división, en un Este abortado por Sixers y Celtics.
Sin embargo, el Nelson genuino y verdadero, se iba a desatar en su larga trayectoria posterior, tres épocas distintas y dos hogares: Warriors y Mavericks. Una primera muestra de lo devastador de sus creencias, resumidas en run-and-gun, corre y dispara, la sufrieron los Spurs de David Robinson, formales y hechos de academia, corderos que echar a los lobos de Nelson (cuatro pequeños y un falso cinco), eso que Alex Williams describió como una insufrible "guerra de guerrillas".
A Nelson (y su hijo Donnie) cabe agradecer la floración del gigante abierto, un joven alemán lleno de centímetros, poderes y dudas que su maestría terminó liquidando. Cuando los barrotes de los años noventa aún apresaban el baloncesto, sus Mavericks de Nash y Nowitzki, de Finley, Terry, triple, ritmo y juego abierto, fueron una bocanada de aire fresco, una muestra de ataques saneados al perímetro y un señuelo al porvenir. Preparado a conciencia aquel superequipo que tanto tardó en alcanzar la gloria, su relación con ellos (con el abrasivo Cuban) terminó en los juzgados. Y él, de vuelta a los Warriors.
Allí firmaría su obra maestra, aunque durase dos semanas, la cima de su filosofía caótica y libertaria, la elástica del espaciado, del juego pequeño y radicalmente aposicional que a no mucho tardar iba a inundarlo todo. Una cuadrilla formada por Baron Davis, Stephen Jackson, Jason Richardson, Matt Barnes, Monta Ellis, Mickael Pietrus, Andris Biedrins y Al Harrington, terminó aplastando al equipo más poderoso del mundo durante meses, los mejores Mavericks conocidos (67-15), desarmados por aquella banda de veinticinco victorias menos que no tenía nada que perder ni ganar. Solo el inmenso placer de cumplir la venganza de su técnico/padre hacia Mark Cuban. "Mi anillo está en esta serie", dijo primero a sus muchachos, y cuando lo ganaron, en plena batalla con los Jazz: "Me importa un comino lo que hagáis". Porque él ya había ganado, violado las previsiones, destrozado otro cuadro de playoffs y demostrado el poder nuclear de sus ideas. Nelson se había convertido en un icono del baloncesto suicida de corto recorrido, más indómito y comunal que el de D’Antoni.
Acababa de empezar la resaca, su absurdo y grotesco final.
En la pirámide jerárquica, Nelson nunca miraba hacia arriba, solo hacia abajo y sus jugadores, que a fin de cuentas eran su taller. Y con ellos gustaba de salir de marcha, por estrechar lazos y porque su cuerpo se lo pedía —coach, es tarde—, y él, que había que desestresar. Ese enclaustramiento con sus chicos abría recelos con la autoridad. Y así Nelson las tuvo tiesas con dueños y ejecutivos hasta sus últimos días. En los Bucks, por recelo hacia el dueño, que sentía vergüenza de sus corbatas/pescado y al que Nelson identificaba con la represión clerical de su condado natal. En su breve paso por los Knicks (34-25), que venían del brazo armado de Riley, que aquella jarana ofensiva no era de buen gusto, y con Cuban, por entrometerse demasiado en su laboratorio y acabar imponiendo su voz. "Su reputación —escribía Chris Ballard— nunca fue paralela al casillero de victorias", el mayor de todos para un técnico sin anillo. Por tenerlas, las tuvo hasta con Chris Mullin, al que hizo directivo media vida después de sacarlo del alcoholismo. Nelson quería a sus jugadores como hijos, y como tal, con sus broncas a pecho descubierto.
Con Stephen Jackson casi llega a las manos, y cuando la relación se había roto, llamó a una radio de la Bahía desde un bar de Indianápolis, mamado hasta las trancas, solo para decir: "Sí, se quiere ir, pero es bien jodido mover a ese tío". Y también llevó mal que Matt Barnes, uno de sus últimos forajidos, rechazara quedarse, igual que Baron Davis, enfadado por un banquillazo en Phoenix con el pase a playoffs en juego. A Nelson sus hijos lo iban dejando solo, y como respuesta, Nelson se hizo incomprensible. Sus dos últimos años son la prueba más descarnada de anarcobaloncesto que haya visto la NBA posterior a la ABA. Más de mil alineaciones distintas que no tenían ya más fundamento que agitar la gaseosa. Nelson entrenaba pases a tablero para conectar con interiores, y dos defensores enganchados del brazo para atacar al manejador, hasta que viendo el resultado, o las caras de su cuerpo técnico, declinaba. "Todo lo que un entrenador pruebe, ya lo habrá probado él", dijo su colega Larry Brown.
Barnes prometió que si un día realizaba un documental de Nelson, lo empezaría por una de aquellas juergas que ya no se pegaban, cuando el técnico las empezaba en plena rueda de prensa, abriéndose las primeras latas. A Nelson lo llenaba tanto aquella vida que su hijo Donnie, el directivo en quien sí confiaba, lo tuvo que sacar a rastras para un primer tratamiento del cáncer.
Nelson fue siempre discreto con ellas, con las juergas, también en sus años de jugador. Desaparecía una noche y volvía a su hora. Fue voluntario en hospitales durante la guerra de Vietnam, y sufría tanto viendo a aquellos jóvenes lisiados, que además de brazos y piernas habían perdido la cabeza, que para soportarlo se emborrachaba. Nelson tiene vacíos de memoria como procede a tanta vida vivida. A finales de los noventa, cuando entrenaba a los Mavs, su secretaria le entregó una carta. "Querido Mr. Nelson. En 1968 usted tuvo un encuentro con una joven llamada Debby Dial. Nueve meses después nací yo, Lee, tengo 29 años". Y así fue que un día acabó conociendo a su hija, venida fuera del matrimonio y recibida una tarde en su despacho como quien calza una visita, y al cabo de los años, la chica se acabó trasladando a Maui, donde ahora son vecinos, y amigos, y rivales de timba, tal es su relación. Vente a jugar si quieres. Y en su refugio de Maui, bañado por los alisios del archipiélago y por humaredas de hierba, que él cultiva con sello Nellie Kush, unas semillas que le traen de la India, se suman Owen Wilson, Woody Harrelson, Willie Nelson y amigos, un Riley de incógnito o el bajista de los Kiss, Gene Simmons, que han convertido el retiro de Nelson en un peregrinaje (privado) a otro tiempo, una comuna donde todo está permitido, como en su vieja pizarra, blanda y pagana.
Una noche, uno de los habituales, el fotógrafo Greg Booth, falleció en plena partida al estallarle la aorta. Todos miraron a Nellie. "Sigamos jugando, es lo que él habría hecho". Estuvieron por tenderlo en el billar, pero lo llevaron al porche y el forense llegó por la mañana. Las partidas son tensas y la hierba muy potente. "Yo no vendo, es solo para consumo propio", aclaraba a un reportero cruzando un alto sembrado cannábico.
Y en una mesa casino, salón y tugurio marino, las cartas, los licores exóticos, el chardonnay que le envía Popovich, las risas, los dólares y canutos sinfónicos, pasan las horas hasta que el sol entra por la ventana. Y si alguno quiere dormir, allí pueden, y si no, pueden bajarse con él a la playa, o hacer lo que les venga en gana.
Nelson es un joven que en mayo hará ochenta y cuatro años.
Nelson vive en el olvido, en bañador, sandalias y collar nativo. Nelson vive donde quiere morir, vive al fin y al cabo como siempre quiso vivir. Su nombre llena páginas doradas en un montón de libros, viejos y de nuevo cuño, escritos por esnobistas de la Big Data que nunca hablaron con él. Ha rechazado a todos los biógrafos. "Mi vida es un dolor de cabeza, y no puedo recordar mucho más".
A Nelson no le gusta hablar de sí mismo.
Ni para gritar al mundo que el chiquillo que él quiso elegir, entre ceja y ceja una noche del draft, contra viento y marea, que a ver cómo iba a encajar con Monta Ellis, se llamaba Stephen Curry. Porque puestos a revolucionar, mejor revolucionarlo todo antes de marchar.
]]>Fue un partido igualado hasta el final del tercer cuarto, cuando la dupla argentina —Deck y Campazzo— y la francesa —Poirier y Yabusele— empezaron a imponer su dominio sobre un FC Barcelona en el que solo aguantaba conectado Jabari Parker, que acabó como máximo anotador de la final. Fue un excelso partido, y el paso adelante en defensa de los de Chus Mateo resultó clave en la parte final del encuentro. Contuvo con madurez a los de Sergi Grimau, que bajaron de los cien puntos por vez primera en el torneo.
Partidazo desde el inicio
El vaivén en el marcador fue una constante desde el minuto uno. Arrancó con una excepcional canasta de Jabari Parker, uno de los grandes atractivos de la temporada. Diez años atrás, mientras estudiaba la obra cinematográfica de Spike Lee en Duke, soñaba con la noche grande del Draft, en que acabó siendo elegido en segundo lugar, por delante de Joel Embiid o Nikola Jokic. Una década después, tras dos gravísimas lesiones de ligamento cruzado, trata de volver a la senda del gran baloncesto a 7.000 kilómetros de su Chicago natal, en una Barcelona en la que ha caído de pie. Está haciendo una buena temporada, y fue un quebradero de cabeza constante para los de Chus Mateo.
La canasta inicial la contrarrestó con grandeza el Real Madrid, con buenas acciones ofensivas de Dzanan Musa y Facundo Campazzo y el dominio en la pintura atrás de la torre Tavares, que intimidó con dos enormes tapones nada más empezar. Pero tampoco el Barça se amilanó e impidió que se marchase el eterno rival, con buenas acciones de Tomas Satoranski y Rokas Jokubaitis. El lituano, que alcanzó los siete puntos en un suspiro, hizo recordar su actuación en la final de Granada 2022, donde fue decisivo para que lo otrora entrenados por Šarūnas Jasikevičius se llevasen la Copa ante el Real Madrid (59-64), en la última final disputada entre ambos. La igualdad era total, y los primeros 10 minutos el marcador lo reflejaba: 19-19.
La tónica no cambió en el segundo cuarto, pero sí lo hicieron los protagonistas. Mario Hezonja se fue al descanso con 12 puntos, pese a jugar solo los siete minutos finales; y en el equipo dirigido por Sergi Grimau se hacía notar la buena mano desde la línea de tres, con un porcentaje superior al cincuenta por ciento de aciertos al descanso, y con Nico Laprovittola entonado.
De hecho, la última acción del encuentro en su primera mitad fue un triple sobre la bocina del serbio Nikola Kalinic, que destacó más en defensa que en ataque. 43-45 para el FC Barcelona en la final.
Continúa la igualdad tras el paso por el vestuario
Quizá llamado a ser un más que correcto secundario, no se esperaba la enorme irrupción del checo Jan Vesely en el inicio de la segunda mitad, y se fue al banco con 10 puntos y cuatro rebotes, casi todos logrados en estos minutos. Grimau le dio descanso y sacó a Willy Hernangómez. El canterano blanco no tuvo su mejor día en la oficina contra su exequipo. Pese al arreón, los de Mateo no se desconectaban. Especialmente eléctrico parecía Gaby Deck, volviendo a ser decisivo en el torneo. Al igual que su compatriota Campazzo, la tortuga superaba la barrera de los 10 puntos en el ecuador del cuarto. La alternancia en el electrónico era constante, ningún equipo se iba por más de cinco puntos, y el marcador volvía a ser un fidedigno retrato de la igualada cuando concluyó el tercer parcial: 66-63 para el Real Madrid.
La dupla francesa, Yabusele-Poirier, estiraron a cinco puntos la distancia blanca con un triple y un mate, respectivamente, pero Brizuela respondió con otro lanzamiento lejanísimo para apagar el fuego. Mucho se espera de la mamba vasca en Barcelona. Hace tan solo un año, en la edición de 2023 en Badalona, Darío destruyó a su actual equipo con una actuación bestial cuando jugaba en Unicaja. Es difícil repetir semejante actuación, pero parecía echarse el equipo a las espaldas en los momentos difíciles. Uno de estos momentos fue el inicio del último cuarto, con un parcial de nueve a dos que llevó el partido a un 77-68, la mayor distancia en el partido. Dos triples de Yabusele, que alcanzaba los doce puntos, fueron clave.
El momento de la verdad
Con mucho esfuerzo, el FC Barcelona empezó a reducir la distancia, con un genial Satoranski. El de Praga alcanzó los doce puntos tras una acción sensacional, pero la expulsión de su compatriota Vesely por cinco faltas fue un palo ya insuperable para los de Grimau. Para colmo, Poirier dio la puntilla con dos grandes acciones seguidas en ataque. A dos minutos del final sus cifras eran impresionantes: 17 puntos y seis rebotes.
Quedaban 111 segundos cuando el Real Madrid, por primera vez, distanciaba a su rival en 10 puntos o más. Fue el momento en que bajó los brazos el FC Barcelona, que observa con impotencia como, al igual que cuatro años, el enemigo histórico le vencía en el partido decisivo y en el mismo escenario: Málaga. El cuadro catalán se queda en los 27 triunfos en Copa, mientras que los capitalinos aumentan la distancia y logran su vigésimo noveno entorchado. El marcador final fue 96-85, y tuvo a Facundo Campazzo como máximo anotador blanco, con 18 puntos, aunque no se pueden despreciar los 17 de Poirier, los 15 de Musa y Yabusele y los 13 de Deck.
]]>: así serán los equipos completos del Este y el OesteDe Pau Gasol a Izan Almansa: todos los españoles que han participado en el All Star de la NBA
La NBA está viviendo un fin de semana muy especial en Indianápolis: el All-Star. Pese a la bajada de audiencias de este evento durante los últimos años, sigue siendo un importante reclamo para ver reunidos y en acción a los mejores jugadores de baloncesto del mundo, especialmente en el partido que van a disputar las estrellas de la Conferencia Este y la Conferencia Oeste.
Ya se han celebrado los concursos de mates, triples y habilidades. Mac McClung, que actualmente juega en los Osceola Magic de la NBA G League (la liga menor de la NBA), ha logrado repetir la hazaña que ya consiguió el año pasado ganando una vez más el concurso de mates frente a grandes estrellas de la NBA: consiguió una puntuación perfecta al realizar un tremendo mate tras saltar por encima del mismísimo Shaquille O'Neal, allí presente. Solo cuatro jugadores en la historia, incluyendo Michael Jordan, habían logrado antes ganar el concurso de mates dos años seguidos.
Watch all 4 of Mac McClung's dunks, including his contest-winning perfect 5⃣0⃣The back-to-back #ATTSlamDunk champion put on a SHOW 🤩 pic.twitter.com/YcTrNDMvwz
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En triples, también volvió a imponerse el ganador del año pasado: Damian Lillard, de los Milwaukee Bucks, que repitió la misma marca con 26 de 40 puntos anotados (65% de acierto). En el concurso de habilidades, los representantes del equipo Indiana Pacers se hicieron con la victoria, después de que los jugadores Tyrese Haliburton, Myles Turner y Bennedict Mathurin demostrasen su preciso y veloz dominio de las pelotas.
INDY'S OWN.Watch all 4 rounds from Team Pacers... including a bonus halfcourt tiebreak round, as they win #KiaSkills in their home city 🙌 pic.twitter.com/8ciPCSyRyG
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Además, el fin de semana del All-Star también ha incluido un desafío especial de triples entre Stephen Curry, estrella de los Golden State Warriors y ganador del concurso de triples en 2015 y 2021, y Sabrina Ionescu, jugadora del equipo New York Liberty de la WNBA, la liga femenina, que el año pasado ganó el concurso de triples del All-Star de la WNBA con un increíble 37 de 40. Curry fue el ganador de este desafío con 29 puntos, tres más que Ionescu.
Stephen vs. Sabrina lived up to the hype!Watch two of the best shooters in the world go at it, with Stephen Curry taking home the belt 🔥🎯 pic.twitter.com/8qp76GZp9b
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Por otra parte, en el Rising Stars Challenge (formado por cuatro equipos de jugadores de primer y segundo año) participaron el estelar rookie Victor Wembanyama y el joven español Izan Almansa (del equipo NBA G League Ignite), con Pau Gasol como uno de los entrenadores. Ganó el Team Jalen, dirigido por el exjugador Jalen Rose, con Bennedict Mathurin (Indiana Pacers) como MVP.
NBA All-Star Game: horario y dónde ver
Aún queda el mayor plato fuerte del All-Star Weekend 2024: el 73º Partido de las Estrellas, que este año recupera su formato clásico de Conferencia Este contra Conferencia Oeste, tras experimentar con otros enfoques durante los últimos años. El partido podrá verse a las 2:00 de la madrugada de este domingo al lunes (hora peninsular española) a través de Movistar Plus+, y además también está incluido en el nuevo tipo de suscripción para quienes sean clientes de otros operadores de fibra o móvil. Además, el partido también va a ser ofrecido a los suscriptores de NBA League Pass.
Cuándo es el NBA All-Star Game 2024: madrugada del sábado 18 al domingo 19 de febrero a las 2:00 (hora peninsular española)Dónde se juega: Gainbridge Fieldhouse (Indianápolis, Estados Unidos)Dónde ver el partido: Movistar Plus+ / NBA League Pass
Los EQUIPOS COMPLETOS para el #NBAAllStar 2024 🌟💥. pic.twitter.com/FRSHSkUzeT
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Jugadores como LeBron James (que cumple el hito de participar en nada menos que 20 partidos All-Star), Luka Doncic, Nikola Jokić, Kevin Durant o el propio Damian Lillard, que acaba de ganar el concurso de triples, estarán entre los jugadores de los quintetos iniciales de este estelar encuentro. La reciente lesión de Joel Embiid ha impedido que pueda estar finalmente presente esta noche, y Bam Adebayo le reemplazará como titular en el quinteto de la Conferencia Este.
]]>El baloncesto español se prepara para una nueva batalla. Hoy, 18 de febrero, el Real Madrid y el Barcelona se enfrentarán en la final de la Copa del Rey 2024. El pabellón Martín Carpena, en Málaga, será el escenario de este emocionante encuentro que decidirá quién se llevará a casa el codiciado título del torneo.
Ambos equipos llegan a la final después de actuaciones impresionantes en las etapas anteriores. El Real Madrid selló su pase a la final tras destrozar al Valencia Basket en la primera semifinal.
🔥 ¡LA COPA DEL REY NOS ESPERA! 🔥 pic.twitter.com/wijGiWGaS3
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Mientras que el FC Barcelona dio su mejor versión frente al Lenovo Tenerife (108-76) para meterse en la gran final de este domingo. Los azulgranas se han llevado cuatro de las últimas seis ediciones, aspirando a sumar su título número 28.
Horario y dónde ver la final
Este partido, correspondiente a la final de la Copa del Rey, entre el Real Madrid y el Barcelona se disputará en el polideportivo José María Martín Carpena, en Málaga. Este recinto cuenta con una capacidad para 11.300 personas.
El partido se disputará este domingo, 18 de febrero, a las 18:30 hora peninsular. Aquellos que quieran ser testigos del enfrentamiento de este clásico desde la comodidad de sus hogares, podrán hacerlo a través del canal #VAMOS, disponible en Movistar+. Además, desde El Confidencial te acercaremos toda la información detalladamente.
]]>Los de Roger Grimau llegaron a Málaga en su mejor momento y al BAXI Manresa le enchufaron 102 puntos y a los canarios, 108. El Barça demostró el crecimiento del proyecto del excapitán, en especial en lo que va de 2024, con un partido redondo que eclipsó al CB Canarias, el equipo que más había brillado en cuartos de final.
El equipo azulgrana buscará su quinta Copa de las últimas siete después de liquidar su semifinal en el segundo cuarto. Un 40-8 que estableció un récord histórico de anotación en el 'torneo del ko' y dejó un 52-24 al descanso. Los de Txus Vidorreta necesitaban un milagro que no se produjo y el Barça se guardó para la final.
Los de La Laguna no empezaron bien y un 1 de 11 en triples no ayudó en su confianza ante el favoritismo azulgrana, pero Marcelinho Huertas dio incluso el primer asalto a los canarios (14-16). El guion lo cambiaron primero Willy (22 de valoración) y después Satoransky (21), ganando sus duelos contra Gio Shermadini y Huertas.
Pese al tiempo muerto temprano de Vidorreta, el Barça inició su despegue con siete triples, dos de Álex Abrines, y pillando 15 rebotes por uno del rival. Un trance de baloncesto ofensivo que fue directo a los libros de historia copera y sacudió a los canarios.
Los de Vidorreta no encontraron tampoco la baza de Kyle Guy y Aaron Doornekamp, decisivos en su triunfo sobre Unicaja, siendo Elgin Cook quien arrimó algo el hombro en el tercer cuarto. El Barça mantuvo la treintena (78-48) para confirmar que el segundo billete a la final estaba visto para sentencia, con fiesta en la grada, pese a estar todo el pescado del día vendido.
El Real Madrid, muy fuerte también
Por su parte, el Real Madrid se impuso con claridad (95-76) al Valencia Basket este sábado para alcanzar la final de la Copa del Rey 2024 que se está disputando en el Martín Carpena, una actuación sin fisuras del conjunto blanco, a un paso de recuperar el trono copero desde su último título en 2020 precisamente en Málaga.
Los de Chus Mateo alargaron su buena racha contra el equipo taronja, 6-0 en la historia de la Copa y 11-1 en los últimos 12 partidos, con una actuación coral que sentenció la primera semifinal en el tercer cuarto. El Madrid rozó un colchón de 30 puntos para volver a la final de Copa, tras caer el año pasado en 'semis', donde se medirá con el Barça.
Los blancos tuvieron un rival más blando de lo esperado, sin su fuerte defensa ni la fe que demostró en cuartos sin ir más lejos. El Valencia no estuvo fino ni se encontró por el camino como contra Dreamland Gran Canaria. Facundo Campazzo (10 puntos y 9 asistencias), Vincent Poirier (10 y 8 rebotes), Guerschon Yabusele (14 y 6) o Dzanan Musa (18 puntos) destacaron en un Madrid coral, fuerte en el rebote y en defensa, e inspirado en ataque.
Los de Mateo dejaron escapar ese golpe en un primer cuarto inoperante en ataque de los de Mumbrú, con dos triples de Davies en siete minutos (19-6). El pívot volvió a demostrar su importancia en el juego valenciano, pese a que llegó a Málaga como seria duda por lesión, pero con dos faltas tempranas, su equipo no pudo acostumbrarse a él.
Mumbrú buscó la rotación buena, con el déficit interior, y el Madrid perdió algo sin Campazzo, cuando los blancos se enredaron en las pérdidas para un 0-7 que revivió al Valencia (23-17). El banquillo blanco empezó a aportar en el segundo cuarto con el Chacho Rodríguez y Sergio Llull (38-29). Los taronja se aferraron de nuevo al parqué malagueño, pero esta vez el Madrid aguantó con el pie en el acelerador para mantener la renta al descanso (48-39). Davies volvió, pero duró poco por la tercera falta.
El equipo blanco fue letal tras el descanso
La reacción de los de Mumbrú se quedó a medias, como la opción de mate de López-Arostegui que pasó a ser el broche blanco del primer tiempo con Musa y Hezonja. Así, el Valencia se fue al vestuario en busca de la poción mágica de la Copa, pero el 'torneo del ko' no le regaló el chute de épica que necesitaba: la reanudación fue blanca.
El partido pasaba por la defensa y fue la del Madrid la que apretó las tuercas. Un parcial de 18-5 dejó al Valencia tambaleándose, con cierta sensación de bajar los brazos, ante la potente dirección rival de Campazzo. El argentino movió bien a los suyos y aparecieron puntos en distintos flancos, mientras el equipo taronja chocaba contra la defensa madrileña.
La renta del Madrid pasó la veintena (72-48), mucho pedir a la Copa para un Valencia que tuvo que remar a contracorriente desde muy temprano. El rey del torneo, con 28 títulos, abrochó con Yabusele un tercer cuarto demoledor (32-16), y Mateo pudo empezar a pensar en la final antes de tiempo dosificando minutos.
Los de Mumbrú mostraron algo de orgullo con Anderson, pero un eliminado Davies fue el mejor con diferencia. El Valencia sufrió y mucho sin el rebote, con una merma por dentro que, pese a la falta de ritmo en Tavares, tiene bajo control Poirier. Así volvió el Madrid a la final de Copa, donde tiene el mejor palmarés, pero no gana desde 2020 al calor del Carpena y con Campazzo de MVP.
]]>El All Star se mueve entre la difícil dicotomía de ser un gran escaparate para las marcas y convencer al aficionado. El evento se divide en tres días, en los que se realizan diferentes actividades (Celebrity Game, Rising Stars Games, concursos de triples, mates y habilidades y el principal, el All Star Game, el domingo). El partido del año pasado, disputado en Utah, fue el de menor audiencia de la historia, con apenas 4,6 millones de espectadores. Fue un 27% menos que en 2022 y un 22% menos que en 2021, cuando los espectadores ya iban a la baja.
Recuperar los 23 millones de personas que vieron a Michael Jordan en 1993 parece hoy una quimera. La liga es distinta, las audiencias, también. Pero la realidad es que el partido de las estrellas tampoco despierta el interés que las Finales de la NBA de los últimos dos años han superado los 12 millones de espectadores. Incluso la nueva Copa, que ha debutado este año, logró 5,68 millones de personas frente al televisor en la final entre ABC, Espn, TNT y NBA TV.
La realidad de las audiencias no es ajena a la liga. Desde hace ya más de diez años no ha dejado de incluir cambios para intentar recuperar al fan más tradicional y ensanchar su público. Equipos elegidos por capitanes, suprimir las conferencias, inventar un formato para acabar el partido al llegar a 124 puntos para después abolir todo y recuperar el formato tradicional… Y, este año, entre las novedades, incluir un concurso de triples entre jugadores de la NBA y jugadoras de la WNBA, liderados por Stephen Curry y Sabrina Ionescu.
Ninguno de los cambios ha logrado resolver una de las cuestiones fundamentales: el All Star no tiene nada en juego. La competitividad es inexistente, no hay incentivos económicos y la participación se ha reducido a un evento de marca para la NBA y para que alguna promesa o jugador de rotación encuentre un momento de gloria en los concursos y arañe algún patrocinio. De ahí que la NBA fuera más cuidadosa al lanzar el torneo de Copa, que sí resuelve todas estas cuestiones y se hibrida en la temporada regular, en lugar de partirla.
Ahora bien, el All Star aún es el evento bandera de la liga de baloncesto, especialmente en términos de patrocinio. Todos sus sub-eventos tienen un title sponsor y cobertura en prime time. Incluso las sesiones de entrenamientos tienen un apellido comercial. Panini da nombre a la sesión de práctica de las promesas el viernes y al Rising Star Game; Ruffles al partido de celebrities; AT&T da nombre a la sesión de práctica del sábado, al All Star Game de la G-League y al HBCU Classic; State Farm es patrocinador principal de toda la noche del sábado, en la que se realizan los concursos, cada uno con su propio patrocinador a la vez: KIA Skills Challenge, Starry 3-Point Contest y AT&T Slam Dunk. El único que la NBA siempre ha rechazado colocar es el partido de las estrellas, respetando su nomenclatura original.
El fin de semana se ha convertido en un sinfín de impactos publicitarios, que ahora entran en una nueva era. La NBA ha alcanzado un acuerdo con ASB Floors para diseñar una pista que es una pantalla LED gigante, en la que se puede mostrar publicidad dinámica que cambie en segundos. Se espera que este tipo de pistas se integren en las canchas paulatinamente, ya que la propia liga utiliza la G-League y el All Star como sus principales bancos de pruebas antes de incorporar cambios a gran escala.
A pesar de haber perdido atractivo televisivo, el All Star sí mantiene su fuerza en términos de asistencia. El informe económico presentado por la ciudad de Cleveland, sede en 2022, mostró que alojó a 124.641 visitantes procedentes de 45 estados y 24 países. El gasto medio por persona fue de 362 dólares, que dejaron una ocupación casi completa de los hoteles. Todo ello se tradujo en un impacto económico directo en la ciudad de 141,4 millones de dólares y otros 128 millones de impacto indirecto.
El impacto económico total en Utah 2023 se cifró en 250 millones de dólares. Las previsiones en Indianápolis este año hablaban de 320 millones de dólares, según el estudio conducido por investigadores de la Universidad de Temple, encargada de realizar los informes económicos cada año. Se espera que más de 100 millones sean de impacto directo en la economía local.
Pero más allá de las cifras, aún es un escaparate sin igual para que distintas ciudades como Utah, Cleveland, New Orleans o Indianápolis se proyecten al mundo, tanto en su mercado local, como en el internacional. “Nada ha sido igual para nosotros desde la pandemia. Ahora el turismo se ha reducido a ferias y convenciones, necesitamos un revulsivo”, admitía Patrick Tamm, presidente de la Asociación de Restauración y Hoteles de Indiana. “Queremos enseñar a la gente que no estamos en el medio de un campo de maíz, que desarrollamos tecnología de vanguardia, creamos contenidos y tenemos opciones turísticas al nivel de Los Ángeles o Chicago”.
Y esa es la fórmula que sigue conjugando la NBA para mantener el atractivo del evento: acudir a ciudades con necesidad de proyección. O pabellones, a que para 2026 se ha elegido la nueva casa de Los Ángeles Clippers, que se terminará de construir este año y también busca esa notoriedad que solo un gran evento puede dar.
*Artículo publicado originalmente en 2Playbook.com
]]>No fue sencillo para el Real Madrid mantener esta relación de amor con Málaga y celebrar San Valentín un día después al derrotar a un gran UCAM Murcia que les llevó al límite (84-79). Los de Sito Alonso son una de las sensaciones de la temporada en ACB, y estuvieron cerca de clasificarse como cabezas de serie al torneo del KO. De hecho, ha sido uno de los pocos equipos en ganar a los blancos en una temporada en que –especialmente hasta Navidad– los de Chus Mateo habían instaurado un régimen estalinista de sometimiento al rival tanto en la liga doméstica como en la máxima competición continental. De hecho, UCAM venció, en el último enfrentamiento entre ambos de hace un mes en ACB, 73-61, dejando al Real Madrid en unos paupérrimos guarismos ofensivos.
💪¡A SEMIS! 💪 pic.twitter.com/1rBCpGNYPm
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Inicio velocísimo con un Madrid mandón
Los de Alonso se caracterizan por ser uno de los equipos que más intensidad ponen en los partidos. Así lo demuestran las estadísticas: son los que más balones recuperan por partidos en liga, pero también los que más faltas cometen. Es un sello de los cuadros dirigidos por el exentrenador del FC Barcelona o Baskonia. No obstante, no salieron bien a la cancha, con un 6-0 de inicio para los blancos, cortado por un 3+1 protagonizado por Sleva. Pese a todo, se rehicieron los murcianos con temple y valentía, para empatar a once puntos, pero el equipo capitalino empezó poco a poco, cual asesino sigiloso, a someter a su presa. La pareja de baile argentina formada por Campazzo y Deck destacaban, perfectamente complementados por los balcánicos Musa y Hezonja. Este segundo, pese a salir del banquillo, no tardó en convertirse en el máximo anotador en la primera mitad.
El primer cuarto acabó con el Real Madrid arriba por ocho puntos. En UCAM, el buen hacer de Rodions Kurucs –jugador de infausto recuerdo para los integrantes de la Selección Española en el reciente Mundial de Baloncesto 2023 del Este Asiático, ya que fue vital en el triunfo letón sobre los de Sergio Scariolo– impedía que creciese la distancia, alcanzando los cuatro puntos y encadenando buenas acciones defensivas, pero pronto se cargó de faltas y se tuvo que marchar al banquillo.
En este segundo cuarto, además, Llull pasó a la historia al igualar a Juan Carlos Navarro como el máximo triplista histórico de la competición, con 63 aciertos –entre los cuales, claro, se incluye alguna que otra mandarina–. Llegó a tomar una ventaja mayor el rey de Copas, pero unos malos dos minutos provocaron que la distancia se quedase solo en diez puntos. Era una buena noticia, pese a todo, para el cuadro del mar Menor, ya que significaba que aún seguían conectados al partido.
Reacción murciana en el tercer cuarto
Repetir el buen hacer de la edición de Granada 2022 era la idea de UCAM Murcia. En la ciudad de La Alhambra vencieron, de forma inesperada, al CB Valencia en cuartos de final, y cayeron tras cuajar un buen encuentro contra el FC Barcelona en semifinales, el posterior campeón del torneo del KO. No se clasificaron para Badalona 2023, por lo que la vuelta era muy especial para un equipo que viene haciendo las cosas muy bien en la contemporaneidad. Pero el Madrid se mostró muy serio, con un gran partido coral, y no llegó a caer a la lona pese a la constante presión y los acercamientos en el marcador. De hecho, el rey Tavares no pudo hacer imperar su tiranía absoluta en el poste como acostumbra, y se mostró incómodo durante todo el encuentro.
El ecuador del tercer cuarto fue el punto de inflexión que trajo el arreón de los de rojo que apretaron el marcador y lo dejaron en tres puntos, con robos continuos que desembocaban en rápidos contrataques y canastas en solitario de los murcianos. UCAM empezó a jugar a las mil maravillas, y el Madrid parecía desquiciado. El partido estaba más abierto que nunca. Chus Mateo tuvo que detener el partido dos veces con la intención clara de parar la hemorragia, con un Dylan Ennis extraordinario que llegó a los 13 puntos a falta de tres minutos para el final del tercer cuarto. Surtió efecto y el favorito se entonó en los dos minutos finales, para cerrar el marcador con un interesante 63-56. ¡Quedaba mucho partido en el Martín Carpena!
Campazzo, frente al muro: MVP de la década en la ACB y actor secundario en la NBA
Alberto Ramírez
El show de Campazzo
Empezó el último cuarto con triple de Llull, para superar el récord de triples y comendarlo en solitario: 64 canastas de tres para el eterno base de Mahón. Y con ello, la diferencia volvió a tocar los dobles dígitos. Pero el gancho no noqueó a UCAM. Al revés, pareció espolear a los de Alonso, que encadenaron varias acciones defensivas consecutivas de muchos quilates que volvieron a dejar la batalla en un margen de solo tres puntos.
Y así se llegó a los cinco minutos finales, con el partido en un puño. Despertó el cubano Sant-Ross, una de las grandes sensaciones del UCAM esta temporada, con dos acciones de calidad, y Todorovic tuvo un triple a menos de dos minutos para empatar, pero no entró. Mientras tanto, Deck, Llull y, sobre todo, un gigantesco Campazzo –este último contra su antiguo equipo– volvieron a resultar decisivos para que, finalmente, el partido se lo quedase el máximo favorito, aunque con muchísimo sufrimiento. El también exNBA acabó con 16 puntos, pero, sobre todo, con la capacidad de echarse el equipo a la espalda cuando las cosas se pusieron muy feas. Fue un excepcional encuentro, con un gran UCAM Murcia que pudo perfectamente llevarse el encuentro. No fue un partido brillante del Madrid, pero sí muy serio, que no llegó a estar nunca por debajo y que supo aguantar la presión del hiperactivo y aguerrido rival.
]]>Los cuatro días más intensos y emocionantes del año para los amantes del baloncesto español ya están aquí. Y es que la Copa del Rey 2024 se celebra desde este 15 de febrero hasta el próximo domingo, día 19. Cuatro jornadas con enfrentamientos a vida o muerte que permitirán averiguar si el Unicaja de Málaga es capaz de revalidar el título, si el Barcelona recupera la corona perdida tras sus victorias en 2021 y 2022 o si el Real Madrid vuelve a alzarse con el título cuatro años después. Tampoco hay que descartar las sorpresas, ya que si hay un torneo en el que pueden producirse, es este.
Los responsables de inaugurar la competición, que se celebra en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena de Málaga, son el Real Madrid y el UCAM Murcia (jueves 15 de febrero a las 18:00 horas). El equipo dirigido por Chus Mateo, con Facundo Campazzo y Dzanan Musa a la cabeza, parte como gran favorito. No solo en este partido, sino en todo el torneo. No debe olvidarse que el club merengue lleva un balance de 43 victorias y solo 7 derrotas, sumando todas las competiciones de la temporada 2023-2024 (Supercopa, ACB y Euroliga), lo que le sitúa como el mejor conjunto de Europa en estos momentos.
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Una vez finalizado el partido, dará comienzo un apasionante Gran Canaria – Valencia Basket (21:00 horas). Será la cuarta vez que ambos equipos se vean las caras en la Copa del Rey. Hasta ahora, el balance es de tres victorias para el conjunto toronja por solo una del equipo canario. Eso sí, en la jornada 17 de la presente Liga ACB, el Gran Canaria consiguió alzarse con una importante victoria por 79-86 en la Fonteta.
Los partidos del viernes
Por su parte, la jornada del viernes 16 de febrero empezará con un Barcelona – Baxi Manresa (18:00 horas). Había mucha expectación por saber si este sería el partido en el que se produciría el debut de Ricky Rubio, pero todo parece indicar que finalmente no será así. Lo previsible es que el de El Masnou vuelva a saltar a una pista de baloncesto con la camiseta de la Selección Española el próximo jueves 22 de febrero en Zaragoza contra Letonia con motivo de la fase de clasificación para el Eurobasket 2025.
Ibon Navarro: "El éxito de la Copa del Rey ha llegado demasiado pronto"
Agustín Rivera. Málaga
El último partido de la ronda de cuartos de final de la Copa del Rey 2024 enfrentará al Unicaja de Málaga contra el CB Canarias (Lenovo Tenerife), en lo que supondrá la reedición de la final disputada por ambos equipos el año pasado. Aquel encuentro se saldó con victoria de los malagueños por un ajustado 83-80 y el MVP fue el base Tyson Carter, que tratará de repetir el éxito cosechado 12 meses antes. Dará comienzo a las 21:00 horas.
Los ganadores del Real Madrid – UCAM Murcia y del Gran Canaria – Valencia Basket se enfrentarán en las semifinales del torneo el próximo sábado 17 de febrero a las 18:00 horas. Asimismo, los vencedores del Barça – Baxi Manresa y del Unicaja – CB Canarias medirán sus fuerzas en la otra semifinal, que tendrá lugar a las 21:00 horas de ese mismo día. La final de la Copa del Rey 2024 se disputará el domingo 18 de febrero a partir de las 18:30 horas.
¿Dónde ver los partidos de la Copa del Rey?
La Copa del Rey de baloncesto del año 2024 será retransmitida en exclusiva por Movistar Plus+ y contará con la narración de Fran Fermoso, Amaya Valdemoro y demás colaboradores habituales. El Real Madrid – UCAM Murcia y el Barça – Baxi Manresa podrán verse en el dial 7, mientras que el Gran Canaria – Valencia Basket y el Unicaja – CB Canarias se emitirán por el dial 63.
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Por su lado, la primera semifinal, que se disputará el sábado 17 de febrero a las 18:00 horas, será retransmitida también en el dial 63, mientras que la segunda podrá verse en el dial 8. La gran final del domingo podrá sintonizarse en el dial 7 por parte de todos aquellos que tengan contratado Movistar Plus+.
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